Hoy traigo que ha quejado en estos micrófonos el alcalde de León de que Koldo García lo amenazó por meterse con el ministerio de Fomento. Con el alcalde de León no me la jugaría, tiene un brazo como una encina y es jugador de frontón. Uno le da a la pala y Koldo corta troncos. España es un videojuego de aizkolaris contra pelotaris.
Por las aceras de la Audiencia Nacional va Koldo con el Koldismo a cuestas. El koldismo que es una fascinación por ese andar suyo brutote como un picador, gigantón y desmadejado, una mitología de neones y escoltas, un instinto primario como de Basajaun o señor de los bosques presuntos del PSOE, espesuras de contratos y Orinocos interiores de contratos y favores del que solo él conoce la geografía. Cuando llegó a lo de Delcy decía que venía de parte de ‘El Papa’. Koldo con su hacha se abre paso en esa tierra ignota que es la política de contratos públicos que cruza sin despeinarse ni tocar a nadie, también es casualidad. Pudiera ser que cruzara toda esa selva lucrándose solo él en su presunta soledad, como dicen que si giras un queso gruyere en el sentido y la velocidad adecuados, una bala puede cruzarlo sin tocarlo.
La política tiene estos desagües, gentes a las que prometen el oro y el moro a cambio de hacer lo que nadie quiere hacer y después los señalan a ellos como los responsables del sindiós. Somos un país de toreros sin contratos, amigos sin lealtades y de escurridores del bulto.
En las crónicas de sucesos siempre aparece un vecino que conocía al asesino de cruzárselo de vez en cuando, pero jura que siempre saludaba. De Koldo todos se sabían su nombre pero esta mañana en los pasillos del Congreso, nadie lo conocía de nada.
