Traigo que es Black Friday, viernes negro, pero negro. De catafalco y oro termina la semana. De oro de tu antena, maestro Lucas, y de sombra de todo lo demás. Llueve con una lluvia atrasada, lluvia larga de fríos tardíos, casi de todos los fríos juntos, agua de grieta de lápida, de gota de condensación de la mascarilla, de bandera empapada y de charco de fondo de trinchera.
Para el Blackfriday me he pedido el test de saliva y una primavera, pero a saber cuándo me llega. Se ha presentado Sánchez en La Paz y le han cantado las cuarenta. Ha visitado el laboratorio de investigación de la vacuna, que es como ir de visita ahora al palacio de Hielo a saltar a las camas elásticas. Entraba por la maternidad nueve meses después. Como una embarazada. Yo creo que Sánchez estaba cogiendo impulso. O es que no ha ido a los hospitales ni a una morgue por no molestar, pero no sé a quién.
En abril no había que ir al hospital, es que el hospital venía a uno. Eran los tiempos del "Salimos más fuertes", pero salíamos sobre todo en una caja de pino. Ya con el calor, abrimos la ventana y como Pepe Caballero Bonald, toda la noche la pasamos oyendo funcionar respiradores. Había que hacer verdaderos esfuerzos por no cruzarse con la muerte. Sánchez no es que la evitara, es que le tomó la circunvalación.
Por la carretera de Zaragoza, va Ayuso hacia Barcelona como un torero a la sede del Pacma. Bien mirado, porqué no iba Madrid a bajar el impuesto de sucesiones si en Cataluña quitaron el tres per cent.