Traigo las notas del cuatro de marzo. Putin, que es de piñón fijo, ha dicho que Rusia y Ucrania son el mismo pueblo. Esto es que está masacrando a su propio pueblo. En Suiza les congelan la pasta a los magnates y a Vladimir Vladimirovich no le quedan amigo ni en Lledoners ni en Soto del Real donde rezaba Junqueras y a los jordis le enseñaba el mandado un gitano constitucionalista.
Dicen que Putin se ha vuelto iracundo, no habla con nadie y se mide mucho el azúcar. Se ha operado varias veces. Ahora en lugar de un agente del KGB se da un aire a Carmen de Mairena. Todos los políticos terminan yendo por el Botox. Todos los hijos de puta con ínfulas tienen en común el miedo a hacer el ridículo. Hay que reírse de él, porque morirnos vamos a morir todos, pero y lo que nos vamos a reír. Mucho Judo pero a Putin está troleando un cómico de la tele de Ucrania que no tiene ni medio guantazo.
Hay algo más difícil que librarse de un tirano, y es librarse de un tonto loco. Lo bueno es que de los locos cabe reírse. Yo a Putin me lo imagino hablando siempre con la gotilla en el pantalón. Mucha potencia militar del mundo, y mucha vaina -te apago los cajeros automáticos cuando si me enfado jugando al Fifa- pero hasta ahora la verdad es los rusos en Ucrania se pierden porque se comunican con walkies talkies chinos de los que le regalas a tus hijos el día de la primera comunión.
Los ucranianos se les meten en la frecuencia y les pinchan la tuna de agrónomos de Murcia cantando Clavelitos y les recitan poemas. Vladimiro Vladimiro, emperador del mundo, conquistador del planeta de parte a parte, de una cosa muy necesaria voy a avisarte: Como en el baño de casacasa de uno no se va al váter en ninguna parte.