Hoy traigo las notas del once de junio que se echa a malmorir en el quicio del verano de mi Españita, que es bonita y majarona. Así, viniéndose Julio con un galope de canciones y de neveras de playa, las cosas adquieren un tono de irrealidad en el que uno no entiende nada, pero es que tampoco le importa. Se publica la amnistía.
Ayer dimitía Yolanda Díaz y hoy dice que se queda. También Teresa Ribera, que hizo campaña para ir a Europa, a la que votaron para ir a Europa, dice que no va a Europa. Yolanda está rara, mezcla la tercera persona de su fenomenal singular y el Yo de Yolanda en un discurso que retrata perfectamente su disloque entre el pueblo, la matria y ella misma y su flequillo.
Si ayer dijo que se iba del cargo de coordinadora de Sumar, hoy se queda en Sumar, pero no de coordinadora. Un partido que no es un partido, una líder que no es una líder. Se queda con el ministerio, el grupo parlamentario y la vicepresidenta del Gobierno. En lo alto de las cumbres, los hombres gritan al infinito: “A qué se queda Yolanda Díaz” y el eco les devuelve una voz eterna y tan española que responde: “A cobrar, hijo. ¿A qué se va a quedar? A cobrar. A cobrar y a mandar”.
No vale, me digo. Es como si yo del año me quedo con la Tamborrada de Donosti, la feria de San Isidro, la de Sevilla y los carnavales de Cádiz y por supuesto los sanfermines. Se escapó un toro de un rodeo en los EEUU, corneaba a esos vaqueros de la calle, se montó un lío bueno, yo me vi delante de la tele diciendo: “Ya falta menos”.