También traigo que el ministerio de igualdad cataloga como violencia contra la mujer las miradas lascivas o insistentes.
Avanza mucho la sociedad; ya vamos por el siglo XVII. Hay miradas que hielan la sangre, sobre todo la de Hacienda. Satanás ahora te guiña un ojo y se gira para mirarte el trasero y te hace el manspreading.
Ojo que se empieza así y termina uno poniéndole un burka a la parienta para que no le miren los tobillos. Ay, el pecado, de nuevo.
Menos mal que por el patio de de La Cartuja de La Moncloíta va Sor Irene de Galapagar con el cronómetro y el termómetro, a medirle a mi Españita las pupilas, las faldas y la calentura.
Calculando, llevamos seis meses de pandemia y qué seis meses.
Ha dicho Fernando Simón, fakir de mis pandemias, que se va a meter un dedo en la nariz. Si funciona contra el virus...
Para detener la pandemia hemos bailado lipdubs, nos hemos confinado y nos hemos arruinado para siempre, pero si uno se fija, todas estas desgracias nos han sucedido por nuestro bien. Sobrevivir es peligrosísimo.