Dice Ayuso que Madrid es España dentro de España. Hay una España dentro de España y dentro de esa España hay otra España y otra y otra y otra y dentro de ellas un montón de Españas. La España matrioska. Un mago saca del puño de la mano un hilo de banderas autonómicas, confetis de un nuevo tiempo, dantzaris, gaiteros y coros rocieros que cantan las sevillanas de la cogobernanza.
Traigo también unas notas breves sobre Cayetanos y Vallekayetanos. Me gusta mucho Vallecas, que es orgullosa y descarada, pero nos arrasó la pandemia y se viene la lucha de clases. Mi Españita es lo que va del Valle de los Caídos al Valle del Kas.
Un río de reporteros que llega al Sur de Madrid tocando el timbre de un territorio desconocido que nunca han pisado. Hacen fotos a los repartidores, como si fueran tucanes. Traen el salacot, la segunda dosis de la vacuna de la fiebre amarilla y la metáfora del estereotipo de la España de los camareros y las mucamas.
Luego salen las entradillas de los textos muy dramáticas y obrerismo castizo amazónico con que la gente de Vallecas confinada piensa, la gente de Vallecas es o la gente de Vallecas dice. No se escuchaba tanto de Vallecas desde que Pablo Iglesias se mudó a Galapagar.