Esta noche algunos piden mecha, pancarta y gasolina. Ignacio Aguado dijo de pronto que "teníamos que remar todos en la misma dirección" y que había que elegir entre ser "virus o vacuna".
Lo grave no es el regreso del confinamiento. Lo grave es que vuelvan las metáforas. Imágenes náuticas, bélicas, esa cosa ciclista fea del pico de la curva.
Yo pido que nos implante chips en el cuello, que nos hagan beber la vacuna de Putin, que nos opriman, que nos hagan escuchar Trap y leer los textos de James Roberts. Que a los discos los opinadores nos hagan lamer los botones de próxima parada en los autobuses, pero que no utilicen más figuras retóricas, ¡por favor!
Que sean tiranos, pero no poetas. Mi padre recordaba que antes de morir le dijo Marco Aurelio a Nerón: "Martiriza a tu pueblo, pero no lo aburras".
El juego suicida de la pandemia es el de la carga viral, pero sobre todo el de la carga electoral de la culpa. Sánchez quería el mando único y después instauró el libre albedrío autonómico. Ayuso echaba pestes del mando único y aquí la tienen pidiendo una normativa común en todo el Estado.
Piensa Ayuso: "Si Sánchez se contradice, ¿por qué ella no?". Pues no, creerse Sánchez es como creerse Spiderman.