Traigo las notas de este cuatro de septiembre, Santa Rosalía /BELDA/ Santa Rosalía de Palermo que libró a Sicilia de la peste en 1624.
La enfermedad de se cuela por las fisuras de lo cotidiano y asoma en las llamadas de teléfono. En la última primavera asesina, las UCIS de Madrid tenían un grupo de Whatsapp para coordinarse, como el grupo del pádel, pero con respiradores. Ese grupo ha vuelto a funcionar.
Anton Van Dyck no pintó a Isabel Ayuso dolorosa, pero sí a Santa Rosalía en su cueva del monte peregrino. Nosotros imprimimos la cara de Simón el cananeo en las camisetas, en los escapularios del sanchismo, en las tablas de surf y en las bolsas de almendritas.
Dicen que de la nueva peste sólo nos salvará la ciencia, que es el encomendarse a una virgen nueva. Lo hemos hecho todo y nada ha funcionado. Hemos estado alerta, seguros, preocupados, unidos, más fuertes, confiados, convencidos, esperanzados, nos han mandado quedarnos en casa, y salir y disfrutar sin temor, y después nos han criticado por relajarnos. Nos han metido miedo, nos han dado risa. Aprendimos a admitir lo que era un metro y medio, y las gotículas de la parca. Soñamos el verano en el platillo de aceitunas de una terraza de San Sebastián. Hemos vivido como nunca y hemos muerto y nos hemos empobrecido como nadie. Parecía imposible que esto nos sucediera una vez. Igual hasta nos pasa dos.