Traigo las notas del día 97 del Estado de Alarma. Macarena acude al colegio a recoger sus cosas. Se las dan envueltas en una bolsa de plástico. Me cuesta verla salir absorta con el hatillo llevado sobre las palmas de las manos como una piedad de su propia infancia. Como si aquel mundo se hubiera acabado a jamais, como si su vida anterior -abrazos, sudor y saliva-, hubiera tenido un accidente y le hubieran devuelto sus pertenencias.
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Después vuelve a casa y el mundo parece seguir adelante sobre el runrún de la radio, las cifras de los ERTES, el Spain for Sure y las cloacas de ida y vuelta. ¿Qué son las cloacas, me preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila morada?
Aquí y allá aparecen los signos de la secuencia mágica del acuerdo del dos dos uno y parte del PP quiere, y parte del PSOE quiere y las comunidades quieren, y Europa quiere y podría pasar. Como cuando en el templo de Abu Simbel, un solo día al año, los rayos de sol con la trayectoria precisa y adecuada, cruzan la puerta, enfilan los 60 metros de profundidad del templo e iluminan la cara de Ramsés II.
Se alargan los días y con la luz a favor camino sonámbulos hacia el verano. Es este un tiempo escrito sin puntos, sin comas, sin cifras de muertos, como un poema de E.E. Cummings: