La cocina de Marta mira un vistoso patio. Ella, ingeniera, no para mucho en casa. Sin embargo, siempre pone su mirada en la ventana por la mañana temprano o por la tarde cuando alinea su cervecita con una rodaja de limón.
Y allí, en el patio, ve a una vecina de pelo blanco y piel arrugada que tiende la ropa. Y nadie lo hace porque el patio está invadido por las puñeteras palomas. Pero la señora controla el tiempo adecuado para hacer la colada.
En otro momento, Marta mira por la ventana como cae la lluvia. Y allí hay una colcha de su vecina que se está mojando. Pasan las horas y la colcha sigue mojándose. La ingeniera se dirige a su cocina y se dispone a llamar a emergencias al creer que ha pasado algo con su vecina.
Sin embargo, por la ventana asoma el pelo blanco. Marta grita: "se está mojando la colcha, pensé que le había pasado algo. Y su vecina responde: "Es tan fea que he aprovecha para estropearla. Un regalo de mi hijo, que vaya gusto tiene". Y termina la conversación: "Marta has dicho que te llamas, mañana a las 9 quedamos y tomamos un café".