EN LA BRÚJULA

Diario de un cronista de provincias: "En el Congreso hay un run-run insoportable, un run-run que no cesa"

El análisis de José Peláez desde el Congreso de los Diputados.

ondacero.es

Madrid | 26.06.2024 22:57

Vamos al Congreso de los Diputados, donde estará todavía Peláez, perdido por algún lugar, quién sabe dónde exactamente. Ya saben que Peláez va por la mañana a hacer la crónica para ABC y ya se esconde para quedarse a dormir allí sin que lo vean. Y desde el Congreso nos cuenta su diario de un cronista de provincias. Dice que no es para ahorrarse el hotel, que lo suyo es vocación y esas cosas.

"No solo es para ahorrarme el hotel, mira, piénsalo bien. Si fuera por eso podría ir a coger el último AVE, que al fin y al cabo va a llegar con retraso casi con toda seguridad y me daría tiempo a dormir en mi casa en Valladolid, que es una horita. Y si no llego a tiempo, pues mira, siempre podría dormir en la estación de Chamartín, que es un poco como dormir dentro del libro del apocalipsis, en una abominación arquitectónica comunista, algo así como Chernobyl. Chernobyl tras la explosión, claro. Mucho mejor en el Congreso, de verdad, con este silencio que se respira como de cuadro de Zurbarán.

Aunque eso del silencio….es bastante relativo. Cuando hay sesión, en el congreso hay un run-run constante, un run-run insoportable, un run-run que no cesa. No sabes exactamente de donde viene. Tu miras a sus señorías una por una y no aciertas a descifrar quién está hablando en concreto, pero da igual, se oye un murmullo generalizado como de peluquería de señoras una mañana de boda.

Kundera decía que se imaginaba el infierno así, como un murmullo como ese pero durante toda la eternidad. Créeme, es insoportable. Si fueran gritos, pues mira, todavía. Al fin y al cabo uno está acostumbrado a aislarse de chillidos, de llantos…a ver, que yo he escrito en estadios, en conciertos, en manifestaciones. Peor aun! He escrito en una sala de urgencias llena de bebes con el virus ese del pie mano boca. Pero el susurro este…créeme, es mucho peor. Toda tu atención se centra en ese ruido de fondo, en ese cotorreo cíclico, en ese cacareo incesante, en ese martilleo que entra en tu cabeza con cuchicheos interminables. Es que les da igual que haya un diputado hablando.

Uno se espera que un diputado sea alguien serio. Pues nada, siempre está el maldito run-run como una letanía. Hay algunos como Óscar Puente que directamente se ponen a hablar por teléfono. Hoy se lo he visto hacer a Macarena Montesinos, por ejemplo, que mucho hablamos de los jóvenes, pero si a los diputados les quitan el móvil y les obligan a estar callados como en cualquier instituto, te digo que alguno implota. Yo no sé si estarán hablando con su jefe de prensa o con los de Amazon, que le han pillado fuera de casa. La cosa es que no callan. A veces me dan ganas de gritar eso de SE CALLEN COÑO, pero quizá no se iba a entender mi manera de moderar. A veces me acuerdo de Meritxell Batet, que poco a poco mutó en cariátide y al final asistía al espectáculo imperturbable, con ese punto de Isabel Tudor que le salió en sus últimos días como presidenta.

Armengol, en cambio, es diferente, tiene otro aire, un rollo como de acabar de salir siempre de Pilates. Por cierto, que hoy no estaba, debía estar enferma. En su lugar ha presidido la sesión Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que me recuerda a alguien desde el primer día que lo vi y que hoy he caído que es al virus de ‘Erase una vez la vida’. Y en ese escaño estoy sentado y con los brazos extendidos, como si fuera la esfinge de Giza. Voy a dormir ni mas ni menos que en el escaño de la presidenta del congreso. Desde aquí disfrutaré al menos un rato del silencio absoluto, de la paz acústica total.

Aunque en principio julio y agosto son meses inhábiles por lo que hoy terminaba el curso. Y el rumor hoy, que habrás oído, es que vamos a elecciones a la vez que las catalanas, por lo que puede que este silencio veraniego se una con el de unas cortes disueltas y no tengamos mas run-run hasta finales de noviembre. Que puede parecer que es un descanso. Pero que quieres que te diga. Yo iba a echar mucho de menos esta dacha que me he echado en pleno centro de Madrid".