Estoy del "y tú, más" hasta la punta
del rabo de la boina de mi abuelo,
de esa manera, simple y cejijunta,
de interpretar que el mundo es un pañuelo.
El "y tú, más" es una pataleta
que empieza a resultar más que insufrible
lo use quien lo use, como treta,
cuando hay que defender lo indefendible.
El "y tú, más" resulta de un cinismo
que raya mucho con la inconsistencia.
Una suerte vulgar de clientelismo
y un insulto para la inteligencia.
El "y tú, más" carece de sentido
si te pilla el carrito del helado.
Para qué gastar piedras, ofendido,
cuando nadie está libre de pecado.
El "y tú, más" se cura con conciencia,
con la misma exigencia y sensatez,
independientemente de la procedencia
de la falta de tacto y honradez.
Hay que desinfectar cuentas pendientes
y deshojar la prosa de los cuentos,
e intentar encontrarle un continente
al contenido de los aspavientos.
Siempre habrá quien me diga que, éstas cosas,
se las debo decir a los demás.
¡Nos ha jodido mayo con las rosas!
eso es, exactamente, un "y tú, más".