La Inteligencia Artificial se configura como una herramienta que puede suponer una nueva revolución digital. El año pasado Naciones Unidas creó un comité asesor en esta cuestión, comité copresidido por la española Carme Artigas. Se acaba de presentar este informe, que entre otras cosas alerta de la intensa desigualdad que puede representar el acceso a la Inteligencia Artificial.
Pocos son los países con capacidad de acceder y desarrollar esta nueva tecnología. Además, se diagnostican varios riesgos y una serie de recomendaciones para que esta tecnología sea más segura.
Artigas cree que cuando hablamos de Inteligencia Artificial "tendemos a pensar mal y a penar en pesimismo". La IA "tiene tres características a las tecnologías que hemos visto hasta ahora: no hay transparencia, hay falta de inclusión y un déficit en responsabilidad"
"La mayor parte del sur global no esta ni se le espera ni en tomar posición ni en opinar sobre el futuro de esa tecnología". Y señala que "estamos proporcionando instrumentos para que la gobernanza de la IA se oriente hacia el bien común".
Añade que "La regulación es uno de estos instrumentos" para la gobernanza. En la UE "somos pioneros con la ley de IA" que ofrece "certidumbre, certeza al consumidor y al ciudadano".
Lo que está pasando con la IA es que "hay una crisis de confianza". Según Artigas, la IA "ni va en contra de nuestros derechos fundamentales, ni pone en nuestros pies riesgos que no están bajo control".
La experta considera que "estamos en una revolución sin precedentes de la humanidad" y que la IA "es la única tecnología que puede seguir evolucionando sin la intervención humana". "Vamos a ver avances sin precedentes y a muy corto plazo en el ámbito científico". "Creo que hay enfermedades que van a desaparecer, discapacidades que van a desaparecer porque se van a poder solucionar"
Además, otro de sus beneficios "la IA va a ser un acelerador de la sostenibilidad" y en la ciencia "se están desarrollando nuevos fármacos con IA".
Artigas tranquiliza a los que temen que la IA sea un peligro y sostiene que "el ser humano es la clave de la futura originalidad. Puede haber muchas obras parecidas a Beethoven, pero no va a salir el nuevo Beethoven de la nueva IA".
Concluye Artigas con la reflexión de que "no todo lo que es técnicamente posible tiene que ocurrir", que tenemos que "exigir transparencia", y que "el futuro no está escrito, lo definimos nosotros".