En esta sociedad llena de consumismo y vacía de valores, Rafael Nadal nos congratula con lo mejor de la humanidad: con el valor del esfuerzo, con el premio al sacrificio, a la humildad, a la confianza en uno mismo. Es lo contrario del típico ídolo de barro. Del que cuando tiene éxito se creen que están por encima del resto de la gente, pierden el contacto con la realidad, se dejan embaucar por su entorno, se alejan del mundo real y se embriagan de adulaciones. Se preocupan de sus lujos, peinados, tatuajes pero en la mayoría de los casos no han sabido digerir sus éxitos y se comportan como niños malcriados que se convierten en un nefasto ejemplo para los que les ven y les siguen.
Nadal es una persona sencilla y humilde. Con mucho sentido común, de trato cercano con los pies en la tierra, que trabaja como si fuera el inicio de su carrera, con una capacidad de esfuerzo increíble y que lejos de haberse dejado embaucar por los halagos sigue siendo el que más se exige a él mismo.
¿Se nace con ese don o se construye?
Todo su potencial pudo haberse quedado en nada de no ser por la educación que recibió. Desde muy pequeño le han inculcado el esfuerzo, la perseverancia, la resistencia al dolor, que no se le subiera la cabeza y no creerse más que los demás. Le han educado en la disciplina, en la importancia de su equilibrio emocional en que la felicidad está en el esfuerzo realizado. En cuanto a sus mayores virtudes, la psicóloga destaca su sensibilidad, su capacidad de observación de análisis y reflexión. Su afectividad , resistencia, perseverancia, esfuerzo. Destacaría su disciplina, coherencia, compromiso y autenticidad.
Tiene una familia que ha estado siempre a su lado y nunca se ha aprovechado de él. Todo lo contrario. Él dijo que nunca le ha dado miedo la retirada porque tiene una vida feliz fuera del deporte. Es algo muy importante y poco habitual en deportistas de élite. Esos pilares le ayudan a llenarse de energía.
Su mente es su mejor aliado
Su mente es su mejor aliado. No hay nadie en el circuito con su fortaleza mental. Es su claridad la que le hace emplear la mejor estrategia en cada partido. Nadal es el mejor referente que tienen los niños, adolescentes, jóvenes y adultos de nuestro país. Su equilibrio psicológico e inteligencia emocional le convierten en un deportista único que juega limpio, respeta al rival, se muestra disciplinado y lucha más allá de la extenuación y sufrimiento. Es una persona íntegra que gana con generosidad, pierde con humildad y nos regala su humildad.