Hoy Ana Comellas nos habla de la economía sumergida, es uno de los principales problemas de un gobierno, como ahora veremos, e influye en nuestro día a día más de lo que nos pensamos.
La economía sumergida es aquella en la que se hacen operaciones sin declararlas a la autoridad fiscal, a Hacienda. El dinero que se mueve en esas transacciones se llama dinero negro. Pero estamos hablando de actividades que son legales pero que no pagan sus impuestos correspondientes, ahí es donde está el delito, no en la actividad en sí.
Llamar a un fontanero para reparar un lavabo es perfectamente legal; que le pague en efectivo sin que me haga factura y recaude IVA, es lo ilegal. Si a quien llamo es a una prostituta, no puedo pedirle esa factura, porque su actividad no es legal. Igual que no puedo pedirla si compro droga o armas, porque ahí hablamos de mercado negro, no de economía sumergida, aunque el dinero que se utiliza, en ambos casos, es dinero negro.
¿Cuáles son las consecuencias de la economía sumergida?
Empiezo contándote las consecuencias para la economía, y vamos luego bajando a las empresas y los ciudadanos. El primer efecto es que mencionaba Garamendi: el Estado no recauda todos los impuestos que debería. Las operaciones que se hacen sin declarar suelen ser de pequeña escala, pero muy numerosas. Lógicamente, al no estar declaradas, no forman parte de la riqueza contabilizada de un país, de su PIB, pero sí se miden en función de este.
En concreto en España, en 2020, se estimaba que la economía sumergida equivalía a un 17% del PIB. Eso significa que por cada 100 euros que la economía española genera legalmente, 17 se generan sin declarar. Y en vez de un PIB de 1.122 miles millones de euros, podríamos haber tenido un PIB de 1.313 miles de millones, 191 mil millones más.
La economía sumergida beneficia al o a los que hacen la operación, que se ahorran el pago de los impuestos correspondientes, pero el Estado tampoco puede canalizar esos ingresos hacia los bienes y servicios públicos. Y tiene otra consecuencia, porque además de tener un PIB subestimado, también las cifras de empleo están desdibujadas.
Un trabajador con menos horas
Ese trabajador podría, además, estar recibiendo una prestación por desempleo. No es sólo tener bien las estadísticas, sino todo lo que implican esos ingresos que no entran en los Presupuestos Generales o esos pagos que salen…
Pero los supuestos beneficiarios de este dinero negro, tienen también sus problemillas…
En el caso del arreglillo en casa que se paga en mano y sin factura, el que recibe el trabajo no tiene ningún tipo de contrato o documento que le permita reclamar en caso de que el trabajo no esté bien hecho. Y el que presta el servicio, además de exponerse a una sanción si le denuncian, puede tener un accidente que nadie cubre o sufrir las iras de uno de sus clientes sin poder tampoco defenderse porque no hay nada por escrito.
En el caso de un empleo sin contrato, el trabajador, por supuesto, no cotiza o cotiza por menos de lo que cobra, perdiendo derechos frente a la Seguridad Social, y otro tipo de protección laboral. La empresa o la persona que recibe los servicios del hogar, que son los más habituales sin contrato, se arriesgan de nuevo a una denuncia.
¿Por qué hay una economía sumergida?
Las causas pueden ser desde personales a sociales o económicas. Un trabajador poco cualificado o con dificultad para acceder al mercado laboral, preferirá se contratado en negro, aunque trabaje más de 40 horas semanales por menos del salario mínimo, que no tener trabajo.
El hecho de la legislación laboral sea muy estricta, se considera una de las posibles causas de estos trabajos. También se alude al coste de contratar, las cotizaciones a la Seguridad Social. Pero ya vimos hace unas cuantas semanas, que esas cotizaciones son lo que garantizan el acceso a las prestaciones por desempleo o por jubilación.
Las empresas, al menos las legales, suelen ser las principales interesadas en que no haya economía sumergida, precisamente porque, aunque la economía regulada suponga un mayor coste, también ofrece garantías de un mercado más justo.
Y es que otro de los factores que alimentan la economía sumergida es, precisamente, una presión fiscal muy alta. Si los impuestos que tengo que pagar son muy elevados y, muy importante, la percepción que tengo de cómo se usan, no es buena, tendré incentivos para no pagar esos impuestos. Por eso es muy importante que las Administraciones Públicas sean eficientes y transparentes.
Por eso el Círculo de Empresarios, por ejemplo, recomienda luchar contra el fraude fiscal, usar los recursos públicos de forma más eficiente y transparente para los contribuyentes y, así, poder incluso reducir impuestos aumentando la recaudación. Se puede recaudar más pagando menos, si pagamos todos.
¿Y si se limita el uso del dinero en efectivo?
Hay gente que piensa que sí, pero el dinero en efectivo garantiza el acceso a la economía a toda la población: personas mayores, con pocos ingresos, sin acceso a la tecnología… que exista el dinero en metálico no es el problema. Fíjate, yo propondría antes que Hacienda no controlase sólo los ingresos de las personas, sino también los gastos.
¿Puedes comprarte un Porsche que cuesta 200.000 euros si sólo declaras que ganas 30.000? También, y es mi opinión, en España se es muy tolerante con la economía sumergida. Se pregunta sin tapujos “¿con factura o sin factura?” y se presume, incluso, de engañar a Hacienda.