La semana pasada, nos trajeron un par de baldosas verdes. La primera, la ponían las instituciones europeas para iniciar el camino hacia un mundo más sostenible, ¿y esta segunda? La segunda es para nosotros, los pequeños (incluso los pequeñísimos) inversores. Todos tenemos que poner baldosas en el camino que nos llevará hacia una economía sostenible. Y las personas, a nivel financiero, podemos hacerlo consumiendo e invirtiendo en empresas sostenibles.
Una economía sostenible es aquella que abastece a la generación actual, pero sin poner en jaque los recursos ni las posibilidades de las generaciones futuras. ¿Qué es una empresa sostenible? Es aquella que, además de la rentabilidad a corto plazo, tiene en cuenta criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo, o ASG, por sus siglas. Son empresas que no sólo se preocupan de cuánto crecen, sino de cómo crecen, del coste que tiene para todos lo que la empresa produce y vende.
Es muy importante que los ahorradores, los inversores, seamos exigentes con esas empresas, y nos aseguremos de no estar financiando proyectos que realizan vertidos en el mar o que utilizan el trabajo infantil para su producción, por ejemplo.
¿Y cómo ahorrar o invertir de manera responsable?
Por una parte, empieza a haber normativa de transparencia en criterios de sostenibilidad, porque las autoridades regulatorias, como vimos con el BCE, ya consideran no ser sostenible un factor de riesgo para las empresas. ¿Por qué son más arriesgadas financieramente?
Porque si tu empresa genera una gran cantidad de CO2, por ejemplo, te vas a ver muy afectada si suben el coste de emisión, y eso va a hacer que tengas menos rentabilidad. Si no estás teniendo en cuenta las condiciones laborales de tus empleados, los buenos y su conocimiento se irán, tu calidad empeorará y también dejarás de ser rentable.
Claro, en el corto plazo hará mucho dinero utilizando medios de producción más baratos y pagando poco a sus trabajadores o haciéndoles trabajar más horas, pero a la larga, caerá, no va a ser rentable. Algunos directivos aún no quieren verlo, pero así es. Y ahora esas prácticas, o más bien, tener buenas prácticas, va a ser visible, y a nosotros, cuando vayamos a contratar un plan de pensiones o invertir en un fondo, el asesor del banco nos va a preguntar nuestras preferencias en sostenibilidad al igual que nuestra formación o nuestro patrimonio.
¿Y si lo que quiero es ganar dinero, no hacer una obra social?
Y yo te contestaría que, además del papel que jugarías en la transformación de la economía, las empresas más comprometidas con los criterios ASG suelen ser líderes en su sector, sólidas, innovadoras y preparadas para el futuro, así que la rentabilidad de tu inversión está avalada por sus buenas prácticas.
Lo que no es rentable, ni para empresas, ni para ciudadanos, ni para gobiernos, es tener que afrontar las consecuencias de inundaciones como las de Alemania o China, que tan cercanas tenemos. ¿Queremos pagar para reparar, con el dinero ganado a costa del cambio climático, o queremos invertir en una economía que nos beneficie a todos? Pongamos baldosas verdes, que nos sostengan.