Pues por si las palabras digital y electrónico nos llevan a confusión, vamos a dejar el apellido “digital” del dinero para las criptomonedas, y el “electrónico” para dinero convencional almacenado en un dispositivo electrónico. El dinero electrónico tiene el mismo valor monetario que el dinero que representa, pero está almacenado en un chip o en un dispositivo electrónico. Si yo fuese una entidad de dinero electrónico, tú me darías 100 euros y yo te daría una tarjeta cargada con 100 euros electrónicos, para que tú pudieses hacer pagos con el límite de la cantidad que tengas cargada.
Como determinadas tarjetas prepago. Porque una peculiaridad de este dinero electrónico, es que es convertible en dinero convencional nuevamente. Tú puedes cargar una tarjeta con 100 euros desde tu cuenta corriente, en efectivo o desde una tarjeta de crédito, gastar una parte, y volver a reembolsar el dinero digital que te sobra a tu cuenta.
Y es importante destacar que se acepta como dinero por empresas distintas al emisor del dinero electrónico, de la tarjeta.
Eso no pasa con una tarjeta regalo de una tienda, por ejemplo, que tiene un valor equivalente al dinero que has cargado, los mismos 100 euros de antes, pero no está aceptada por empresas distintas a la tienda que la ha emitido; sólo la puedes utilizar en esa tienda o en tiendas de su grupo.
Y si me sobra dinero una vez me compre algo, tampoco me lo cambian por dinero efectivo...
Eso es; la tarjeta regalo no sería dinero electrónico, pero sí lo sería una emitida por un banco u otras entidades. Si es una tarjeta física, puede ser una tarjeta monedero. La cargas con una cantidad de dinero y se la puedes dar a tu hijo adolescente para ir al cine, pagar el autobús o comprar una camiseta, con el límite de gasto en el saldo que le des. Y si la pierde, podrías descargar el saldo o, como mucho, perder el saldo que le quedase.
También podría ser una tarjeta virtual, que algunos bancos ofrecen para comprar en internet con más garantías. La cargas igualmente con un saldo y utilizas la numeración para hacer la transacción sin miedo a que nadie pueda robar tus datos personales. Así que una vez cargadas, son dinero electrónico que no tiene relación con la persona o la cuenta que la cargó.
Es una de las ventajas que proporciona, como el dinero en efectivo, cierto anonimato de quien lo usa respecto de quien se lo dio. Como sistema de pago, elimina barreras para acceder al sistema financiero a determinados colectivos, como los adolescentes que hemos comentado antes, o personas que no pueden tener una cuenta corriente, pero que con estos dispositivos pueden comprar con tarjeta. No es necesario, además, tener conexión a internet para usarlas, y las tarjetas virtuales pueden usarse también off-line.
¿Son este tipo de tarjetas las que dan de algunas Comunidades para familias en situación de necesidad?
Se entiende que sí, aunque estas tarjetas suelen tener limitados los establecimientos donde comprar. ¿Y si pago con el móvil, con las tarjetas de crédito que tengo cargadas en mi aplicación de cartera? Pues pueden parecer tarjetas virtuales, pero Google Pay y Apple Pay, por ejemplo, son sólo un servicio de pago. En realidad hacen de pasarela entre el comercio y tu tarjeta, como haría un TPV en una tienda, pero no crean dinero electrónico. De hecho, aunque tú veas la tarjeta en pantalla, ni Google ni Apple almacenan la tarjeta como tal, sino determinados datos cifrados.
Paypal, sin embargo, sí que emite dinero electrónico, porque puedes cargar un saldo a cargo de tu cuenta o tarjeta y utilizarlo para hacer compras. Y a su vez, puedes reintegrar tu saldo paypal en tu cuenta corriente. Entonces, al ser dinero digital que vale y es intercambiable por el mismo valor en dinero convencional, cumple las tres famosas características de depósito de valor, medio de pago y unidad de medida.
Vamos a quedarnos con este concepto de pasar de dinero real a electrónico, porque nos servirá para las criptomonedas, pero nos faltará un tercer apellido para ellas, "virtual".