Nos detenemos hoy en La Trastienda en dos cuestiones que marcarán sin duda la jornada electoral: el voto por correo y la participación.
Al margen de la tendencia consolidada que están marcando las encuestas, también hoy en el último día en las que se pueden publicar, al margen de los mensajes en los mítines, lo del voto por correo sigue siendo una preocupación para muchos electores. A día de hoy, según los datos aportados por la sección sindical de CCOO en Correos, hay 350.000 papeletas de las elecciones generales de este 23 de julio devueltas tras no encontrar a sus destinatarios en sus domicilios. Este dato representa nada menos que el 13,5% de los 2,6 millones de votos solicitados y una tercera parte de todos los que efectivamente ya se han emitido
El proceso habitual de Correos es llevar dos veces la documentación al domicilio y si no se encuentra al destinatario, dejan un aviso en un volante y devuelven el voto a la oficina correspondiente. El papel se queda ahí esperando a que el interesado vaya a recogerlo. Si esto no pasa, el ciudadano se queda sin ejercer su derecho, ya que tampoco podrá hacerlo de manera presencial al quedar anulada esta modalidad tras pedir el sufragio por correo.
Algo que ha hecho que muchos repiensen la modificación que se hizo de la Ley electoral volviéndose a plantear por qué un ciudadano en caso de no poder haber votado por correo, aunque lo haya solicitado, pero no hay podido ejercerlo, pueda hacerlo presencialmente. Es decir que el dato del sufragio por correo que aparezca en las actas de cada mesa el día de las elecciones no sea el voto solicitado, sino el voto emitido.
De lo contrario de esos 350 mil votos que en esta ocasión se han devuelto, muchos se perderán en el camino. Y a eso hay que unir los votos que por motivos coyunturales de colapso lo solicitaron, pero ni siquiera le llegan. ¿Por qué tampoco esas personas pueden votar presencialmente?
La otra incógnita de la jornada electoral es la participación. Curiosamente es lo mas difícil de predecir por la empresas demoscópicas y más en unas elecciones inéditas un 23 de julio y con una previsión de 40 grados de temperatura. Los sociólogos hablan de una participación alta superior a los últimos comicios generales de 2019. Y que se sitúe en torno o por encima al 70%. Pero, la realidad es que ese dato es el más impredecible de todos los datos.