Te dije que venía sin guion, pero te mentía. Yo sí tengo uno. Unas notas, tal vez, porque la mejor improvisación es la que se prepara; lo aprendí en la radio…
En esta última sección quiero compartir con el oyente cómo ha funcionado esto, la historia de esta aventura. Porque a mí, como oyente de radio que soy, me gustaría escucharla.
Este es sólo el principio de la historia, porque estamos escribiendo los primeros capítulos. Es una historia de oportunidades que se presentan al que las sabe ver, que suceden justo en el momento adecuado; una historia de encuentros que parecen fortuitos, pero que al vivirse con ilusión, y talento, han ido marcando un camino.
Me enamoré de la radio en lo peor de la pandemia. Durante esos meses, Juan Ramón Lucas empezó a entrar en mi cocina, como en otras muchas, con su calidez, su diario de una enfermera, su vie en Rose… Y el mundo parecía más amable, más humano, menos raro. Cuando me quise dar cuenta, las cenas en los días de fútbol, o incluso las del fin de semana, eran un poquito más insulsas, sin ti, Juanra. Este es el punto número 1 del dibujo de “unir los puntos”. Ese que haces de niño, que tiene muchos puntitos numerados que parecen un caos pero que, cuando unes, se dibuja un león, una jirafa o una mariposa.
Yo soy economista, pero iba para historiadora, y nunca me he sentido representada por el término. Adjetivos como creativa, inquieta, constante aprendiz, positiva, detallista… madre, siempre se me han ajustado mejor.
Y después de un desprendimiento de retina, un programa de desarrollo de directivo que me hizo cuestionarme muchas cosas, y una pandemia, escuche en la radio el anuncio que iba destinado a mí: “¿Quieres hacer radio? Tenemos un máster para ti”.
En mi cabeza es una escena de Harry Potter: aquella en la que se abre la cámara de seguridad 713 de Gringotts y se ve como decenas de pequeños engranajes encajan uno con otro y se abre la puerta. Yo tenía que hacer ese máster. Dibujé una línea que unía el punto 1, con el punto número 2.
Y allí que me enrolé, con mi trabajo de día y mi máster de tarde, levantando la mano para preguntar qué era una crónica en la primera clase, y levantándola unos meses más tarde en una masterclass que el gran Juan Ramón Lucas vino a dar a la universidad. ¿Te lo imaginas, Juanra? Iba a conocerte en persona.
Por eso cuando Ester Turu, subdirectora de informativos, me preguntó a quién quería entrevistar para grabar un piloto de uno de los ejercicios de su asignatura, hice un brindis al sol: “Juan Ramón Lucas”.
Y Juan Ramón Lucas, querida amiga, amigo oyente, tuvo la generosidad de decir que sí, y en mi personal entrevista pude comprobar que es justo como lo imaginaba: exactamente igual de cercano, cariñoso, humano… que como se le escucha. Porque nadie puede estar tres horas y media al día en antena, y engañar al oyente.
Y Juanra dibujó el tercer punto que yo uní al 2.
Lo que no sabíamos, ni tú ni yo, Juanra, es que la ilusión que encontramos el uno en el otro en esa entrevista, nos iba a acompañar desde aquel 7 de marzo de 2021.
“Te quiero en la Brújula”, me dijo al terminar la entrevista, y allí que se alejó, haciendo llamadas para que las prácticas del máster las hiciese aquí.
Cuando llegaba a casa y le contaba a mi marido “esta entrevista la he preparado yo” o “hoy he hecho el guion de la Brújula de la economía”, mi marido me decía, “¿Te lo puedes creer? Hace unos meses estábamos aquí, en la cocina, escuchando, y ahora tú estás allí, haciendo… qué orgulloso me siento.” Y a él me gustaría dedicar esta última sección, Juanra, porque sin su apoyo, sin todas las cenas que preparó para 4 hijos durante casi un año, yo no estaría aquí. Gracias, Paco.
El punto número 4 apareció en el dibujo el día que me senté a tu lado en la redacción y te dije, “Juanra, con lo de actualidad que están las criptomonedas, no habláis casi nada de ellas… ¿te parece si hacemos una sección explicando cómo funcionan?”
“Sí, estaría bien… algo cortito, de 3 minutos…”
Si le quieren tocar las narices al señor Lucas, sólo tienen que hacer una cosa: más de 3 minutos. Esas miradas, esos bufidos contenidos al micro… algunos días, creía que no íbamos a conocer el final de las criptomonedas.
Pero no, acabamos la serie de “las criptomonedas de Comellas”, porque nunca conseguí que apareciesen en la escaleta por su nombre, “el dinero que viene”. Salió aquello tan bien, que se empezó a esbozarse el punto número 5 cuando presenté mi propuesta para la temporada siguiente, esta sección.
“Me la compraron”, que es como en la radio dicen que sí, que lo tuyo entra en antena, y esa fue la línea que unió el 4 con el 5. Y aquí me vine, a contar la economía como antes había contado lo de las criptomonedas: que se entienda. “Así funciona esto”, bautizó Juanra a la sección, porque eso era lo que podías decir después de escucharme.
Juanra, tú siempre dices que no sabes de casi nada, pero que si algo sabes hacer, es detectar el talento. Y yo no sé mucho de talento, pero si algo he aprendido a hacer, es confiar en los que saben.
Y tú confiabas tanto en el proyecto, que pensamos en hacer un podcast. Y confiábamos tanto en el podcast, que pensamos en hacerlos para otros. Y encontramos compañeros de viaje que nos dieron tanta confianza, que ya soñamos en grande.
Hay tantos puntos nuevos que unir… y tantos puntos antiguos que antes andaban sueltos que, de repente, ves que forman parte del dibujo y los unes a él…
Hace un año, si nos hubiesen contado que tú dejabas la antena y yo dejaba el Banco para lanzarnos a la aventura sonora, no lo habríamos creído.
Y si nos lo hubiesen dicho hace dos, yo habría dicho “¿Juan Ramón Lucas y yo? Venga ya; pero si sólo le conozco del telediario y la Wikipedia y no tengo ni idea de comunicación”. Y tú habrías dicho “¿Ana Comellas? ¿quién es esa…?”
Te voy a echar tanto de menos mientras prepare la cena, Juanra… menos mal que te tendré hasta en la sopa el resto del día.
Y termino la sección diciendo que así funciona esto de la vida. Te va poniendo por delante puntos y te deja unirlos. Algunos, se salen del papel, pero ahí están, listos para dejarse unir a los anteriores si tienes un boli a mano. Y si el punto no aparece, siempre puedes pintarlo tú.
Gracias por pintar puntos en el dibujo de mi vida, Juanra. Seguro que nos sale algo bonito.