En la economía no existe la mano de Dios. Se habla de la mano invisible de Adam Smith o de la mano de Hacienda. Hay gobernantes a los que no les basta con subir los impuestos en sus territorios, también quieren subir los tributos en los territorios vecinos, donde ellos no tienen competencias. Cuando los políticos hablan de "armonización fiscal" hay que echarse la mano a la cartera.
Tras la enmienda de Esquerra Republicana para armonizar los impuestos de sucesiones, de Patrimonio y de la Renta no sólo están los independentistas catalanes, los que defienden el derecho a decidir y se los niegan a otras CCAA; detrás de Esquerra está el ministerio de Hacienda, está el Gobierno, está el Psoe.
Dirigentes socialistas como Page o como Ximo Puig, también despotrican contra el Madrid de Ayuso y sus exenciones en Patrimonio y sus bonificaciones en Sucesiones. La Comunidad de Madrid se rebela ante las pretensiones del Gobierno y de sus aliados.Los empresarios niegan que exista Dumping fiscal en la comunidad madrileña.
Donde también hay conflicto fiscal es en las pensiones. Unos 75 mil pensionistas, por sorpresa, sin aviso, han visto menguada su pensión porque Hacienda ha decidido elevar las retenciones en aquellos que tienen embargados sus ingresos por deudas. El ministerio que dirige María Jesús Montero ha endurecido los criterios y los recortes pueden llegar a los 400 euros. El departamento de la Seguridad Social aclara que no se aplicará a las retribuciones que estén por debajo del salario mínimo. O sea que hasta ahí puede llegar la mano de Hacienda.
Y ha comenzado el rally más duro del mundo, más que el París-Dakar, la carrera para hacerse con algún real de los Fondos Europeos. La patronal CEOE dice que sería más efectivo dedicar más dinero al sector privado. Reclama dos tercios de los fondos comunitarios. Habrá más que codazos para conseguir colocar algún proyecto. Y la autorización, al final, se concentrará en Pedro Sánchez. Se agilizará la Administración, pero se puede crear un cuello de botella en Moncloa.