Vivimos tiempos complicados, y así es difícil alcanzar la felicidad. Pero claro, es que España es el tercer país más infeliz del mundo, según un estudio de Global Happiness.
Hay cinco fuentes potenciales de la felicidad: la relación con su pareja, sus hijos, el sentido y las condiciones de vida y, en especial, la salud. Y ahora, con esto del Covid-19, en condiciones de vida y en salud vamos justitos. Los suecos, que en esto de la felicidad no se hacen los suecos, dicen que aquellos que quieren cantar siempre encuentran una canción, vamos, que también hay que poner algo nuestro.
Este no es, precisamente un buen año. Si tenemos que esperar a la recuperación económica para ser felices, habrá que esperar sentados. Y más cuando la recuperación pierde intensidad, según dice el número dos del Banco Central Europeo, Luis de Guindos. Este, al menos nos deja una reflexión: por ahora hemos evitado que la crisis económica derivada del Covid-19 se convierta en una crisis de deuda.
El Banco Central Europeo es lo que impide que la prima de riesgo se convierta en un inmenso troll, como ocurrió en la pasada recesión. En la crisis del confinamiento, España tendrá que pedir prestado este año 282 mil millones de euros. Y eso que el Tesoro ha anunciado hoy que pedirá 15.000 millones. Quitar unas cuantas gotas en la ola del tsunami de deuda queda bien, pero no deja de ser una gran ola.
Los objetivos del Fondo de Recuperación siguen siendo debatidos. Por ejemplo el objetivo de crear 800.000 empleos en tres años. Desde la Organización Internacional del trabajo se califica a Sánchez de poco audaz. Desde el Circulo de Empresarios se recuerda que solo en ERTE todavía quedan casi 800.000 trabajadores. Y un informe de Allianz revela que en España, aparte de los casi 4 millones de parados hay otros dos millones y medio ocultos, no registrados.
Y sin empleo es más que difícil alcanzar la felicidad. Y más en esta sociedad donde, como apuntaba Burroughs, el secreto para tener felicidad es tener algo que hacer.