La guerra de Ucrania levanta algunos velos. En la parte militar sorprende la poca capacidad de maniobra del Ejército ruso, con tácticas que ya eran antiguas cuando los cosacos. Sin apoyo efectivo de la aviación, los blindados se convierten en un tiro al pato por parte de los drones y los antitanques. Moscú compensa esta debilidad con bombardeos despiadados contra las urbes ucranianas.
En el plano geopolítico todavía son difusos los verdaderos objetivos de la operación especial de Putin. El neo-zar ruso añora la antaño grandeza de Rusia y constantemente habla de recuperar el imperio euro-asiático. Por eso sorprende que tenga que solicitar permiso a China.
Las sanciones económicas contra Rusia también muestran una debilidad del tejido económico ruso. De ahí las diatribas de Putin contra los oligarcas que se le resisten. También muestra división interna. El PIB ruso apenas supone un 3% más que el español y solo es competitivo en gas, petróleo, cereales y minerales. Debe comprar alta tecnología, chips, maquinaria y vehículos.
La guerra también muestra las debilidades de Occidente. No tiene tantos aliados. Muchos pretendidos socios se han puesto de perfil. Y segundo y más importante la dependencia energética de Europa con Moscú es casi suicida, servil. Ahora, los gobiernos europeos confirman que Putin estuvo utilizando el gas como un arma de guerra. La gasolina subió la pasada semana un 10% y el gasóleo un 15%.
La huelga de los transportistas sigue adelante y sus piquetes han taponado puertos, lonjas e industrias. El Gobierno asegura que ha desplegado ya 24.000 agentes de policía y de la Guardia Civil para garantizar la circulación. Pero la industria láctea cesa su actividad y en los mercados centrales llega la mitad de la mercancía de un día normal.
La elevación de costes no solo afecta a los transportistas, también golpea a pesqueros, agricultores, autónomos, constructoras e industria. La inflación en la zona euro roza el 6%. La OCDE asegura que la guerra de Ucrania restará un 1% al crecimiento mundial. Funcas recorta crecimiento y el Gobierno sigue retrasando al 29 de marzo cualquier medida para paliar la subida de la energía. Al menos sabemos que se plantea colocar un tope máximo de 180 euros el megavatio en la electricidad como ha indicado la vicepresidenta Ribera en Más de Uno. Por cierto, 180 euros era el precio mayorista de la electricidad antes de la guerra. Pero, ¿sabes a cuanto estaba en 2021 en las mismas fechas? Pues a cinco euros.