Con la guerra de Ucrania, con la invasión rusa, Occidente se enfrenta a un nuevo shock energético. Uno de mis recuerdos más antiguos, uno tiene ya una edad, es la imagen de algunos ministros de los Países Bajos marchando en bicicleta en 1973 cuando la guerra del Yon Kippur. Entonces los países árabes cortaron el suministro de petróleo a los aliados de Israel.
Aquello fue el fin del petróleo barato y el fin de los felices años de desarrollo imparable. Apareció el fantasma de la inflación que se quedó en Occidente hasta los años 80. Hoy estamos ante situaciones diferentes pero con algunos paralelismos: una guerra provoca un encarecimiento como nunca de la energía, el Talón de Aquiles de Europa, Occidente y del Mundo. Este lunes, de siete de la tarde a nueve de la noche el precio de la electricidad en el mercado mayorista ha alcanzado los 500 euros el megavatio. Mañana, llegará a los 700 euros.
La gasolina, a dos euros el litro
España y ahora Italia presionan a la Unión Europea para desligar el precio del gas de la fórmula para calcular el coste de la electricidad. Y es que a este paso, a finales de mes el recibo de la luz de una familia media alcanzará en nuestro país los 250 euros, según Facua. No solo sube el gas, que ha llegado a superar los 300 euros el megavatio, también se dispara el petróleo, que se ha llegado a vender a primera hora a 140 dólares el barril. No es descabellado ver dentro de unos días la gasolina a dos euros el litro. En Francia ya vende a ese precio.
El petróleo y el gas se disparan ahora por el planteamiento de dejar de comprar hidrocarburos a Moscú. Todos los años Europa paga unos 60.000 millones euros a Rusia por el gas y el petróleo. Y esa cifra coincide dramáticamente con el presupuesto que gasta Putin al año en ejército y armamento. El aumento de precios de la energía supondrá un sobrecoste para familias y empresas de unos 20.000 millones de euros. Europa está a las puertas de la intervención estatal de los precios energéticos.
Aumento de costes que se extiende a los alimentos, al aceite de oliva, que se encarece ante la falta de aceite de girasol. La inflación supone la mayor pérdida de poder adquisitivo de los últimos tiempos. El Gobierno presiona para un Pacto de Rentas. Los sindicatos quieren salvaguarda en los Convenios al crecimiento del IPC. La patronal afirma que no es razonable. Pero en algo están de acuerdo sindicatos y empresarios: en mantener su autonomía en la negociación salarial y de los convenios. Vamos, que en esto, prefieren tener lejos al Gobierno.