la brújula

El monólogo de las ocho: "Errejón se marcha tras acusaciones de maltrato con un comunicado de bochorno"

Rafa Latorre reflexiona sobre la salida de Íñigo Errejón tras la que se han empezado a conocer diversas informaciones sobre casos de violencia machista.

Rafa Latorre

Madrid |

Desde Palencia para el mundo, hoy hacemos La Brújula desde un lugar excepcional: la Diputación de Palencia, con P, de patrimonio. Con P oclusiva, bilabial y sorda. Con P de pionera, porque, oigan, en cuántas cosas es Palencia pionera. Este salón está cubierto por una vidriera que atestigua que aquí, en Palencia, se erigió la primera universidad. ¿El primer ayuntamiento de España? Brañosera, en Palencia.

Venimos a saludar y a ponerle cara a nuestros oyentes palentinos. Pero además venimos a hablarles del legado cluniacense, de Carrión de los Condes, del Camino de Santiago, que desde Itero de la Vega a Frómista y de Frómista a Carrión atraviesa esta maravillosa provincia.

Ustedes quédense, que les tenemos preparado un viaje maravilloso. Antes, escuchen las noticias, que comienzan con una despedida: el adiós a la política de uno de los fundadores de Podemos. No por las razones que ha expuesto en su comunicado de despedida.

Iñigo Errejón no sabe hablar claro. Sencillamente, no le sale. No conoce la frase enunciativa simple y, además, vive en una permanente levitación moral e intelectual. Iñigo Errejón no se va por las subjetividades tóxicas que impone la política, ni por el patriarcado, ni por el neoliberalismo. A ver si lo ha echado la Escuela de Austria...

No, Iñigo Errejón ha anunciado su marcha minutos después de que Público difundiera acusaciones de maltrato. No hay ninguna denuncia que sepamos, ni tampoco se ha mencionado agresiones físicas. Lo que hay son distintos testimonios, todos anónimos, que relatan a un tipo que se porta muy mal con las mujeres. Y él ha decidido dimitir.

Y lo ha hecho con un comunicado que produce bochorno. Porque, como la víctima es el héroe de nuestro tiempo, Errejón habla de las dificultades de la política, de su exigencia, de cómo afecta la actividad a la salud mental… ¡Pero si él no daba palo al agua!

Es que aquí todos quieren ser Jacinda Ardern. Errejón trabaja más bien poquito... trabajaba. O sea, si puede defenderse de las acusaciones, que lo haga. Si la conciencia le pesa una tonelada, que lo deje. Pero que no venga con monsergas sobre los cuidados, la subjetividad tóxica, el patriarcado, el neoliberalismo. Si hay algún pasaje expiatorio:

Dice: «Llevo tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico».

Vamos con las denuncias. Minutos antes de que Errejón anunciara su adiós, Público hablaba de presiones del grupo parlamentario de Sumar por varias denuncias de maltrato contra él. Se refieren a mensajes en las redes sociales que venían circulando desde hace tiempo.

Hoy, la periodista Cristina Fallarás, que tiene mucha influencia en el mundo de Podemos (la habían propuesto para el Consejo de RTVE, los de Podemos), publicó un post en Instagram en el que recogía el relato anónimo de una mujer que había mantenido una relación con Errejón. Ese post dice: «Es un maltratador psicológico. Esta es la dinámica que emplea: ser extremadamente simpático inicialmente para engancharte. Cuando ve que ha conseguido algo, empiezan los desplantes y la luz de gas. Por la tarde te muestra afecto e incluso te hace proposiciones de relación; a las dos horas te echa de su casa. Si haces algo que no le gusta, te castiga con silencio e indiferencia, para que vayas aprendiendo a respetar a Dios, que es lo que cree que es.

Su forma de tener sexo te marca y no lo olvidas jamás. Es una forma de ejercer poder, no es sexo. Te pide hacer prácticas humillantes y, cuando te niegas, monta un número.

Luego dice que no saca la cabeza nunca el 8M... y concluye: Hay detalles que prefiero no contar, pero si alguna mujer se lo topa, quiero que sepa que no está loca, que es un verdadero psicópata y que sus aires de persona normal esconden a un verdadero monstruo».

Luego han venido más testimonios. Todos anónimos por el momento, y ninguno, por ahora, sustentado en una denuncia formal.

El Español cuenta a esta hora que Cristina Fallarás les ha dicho que al menos cuatro mujeres más han denunciado casos parecidos.

Hace tiempo ya circuló un hilo que terminaron borrando y que se refería a un episodio incómodo en un bar. Vamos, una compañera a la que metió mano en un bar. Aquí sí ocurrió otro hecho relevante: apareció una chica a sueldo de Sumar para pedirle que llevaran el caso con discreción. Una mediadora, para decirle: «No saquemos las cosas de quicio, compañero».

Errejón ha dimitido. Su jefa de filas, Yolanda Díaz, está hoy en Bogotá, y Sumar ha anunciado una investigación interna para esclarecer los hechos. Sumar ya adelanta algo: dice que Errejón ha reconocido que todo lo que relatan esos mensajes es cierto. Lara Hernández, secretaria de Organización de Sumar, ha hablado del tema.

También han hablado sus excompañeros de Podemos, que precisamente están en una operación para resucitar Podemos sobre las cenizas de Sumar. Miren lo que decía Ione Belarra en Cuatro.

El PP no ha sido demasiado sutil. Lo que dicen fuentes populares es que Sumar ya tiene a su Ábalos.

Bueno, hablando de Ábalos. La gente sigue llamándole "caso Koldo", pero no es el "caso Koldo", es el "caso Ábalos".

Grande-Marlaska es el ministro del Interior. Hoy ha comparecido en el Senado en la comisión del "caso Ábalos". Hay algo extraordinario en un país que conoce hasta la marca del hilo dental del novio de Ayuso y cuyo ministro del Interior ignora que tiene una organización criminal operando en el núcleo del poder.

Víctor de Aldama escondía 70 millones en el extranjero. Koldo tuvo incrementos patrimoniales, súbitos y salvajes. Ábalos en su chalé de la Línea de la Concepción. El piso de Torre de Madrid, en el centro mismo de la capital, para Jennifer. Sueldos de INECO y de otras empresas de Transportes... Nada, chico, nadie se enteraba de nada. Pero luego ustedes ya saben cuál es el hilo dental que utiliza el novio de Ayuso y el coche que alquiló en Croacia. No deja de ser fascinante.

Pero es que a Marlaska sus compañeros no le contaban demasiado. Ni siquiera le dijeron que hacia España venía una dirigente como la vicepresidenta Delcy Rodríguez, paradigma del crimen político y con la entrada prohibida en el espacio Schengen. Sabemos, porque la investigación nos lo ha revelado, que Pedro Sánchez sabía por Ábalos de la visita cuatro días antes de que se produjera, pero el ministro del Interior, nada menos que el ministro del Interior, no lo supo hasta que el avión de Delcy estaba en pleno vuelo. Todo lo demás resulta difícilmente creíble. Por ejemplo, ¿quién autorizó a Koldo García a entrar en el aeropuerto de madrugada?