Las operaciones militares en la Franja de Gaza no van a cesar. E Israel no va a atender a los llamamientos de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, para un alto el fuego. Una cosa es una pausa humanitaria para favorecer una liberación de rehenes y otra distinta es un alto el fuego e Israel no quiere ni siquiera oír hablar de ello y ha zanjado la discusión acusando a Guterres de favorecer con sus palabras a los terroristas.
Han pasado dos meses desde que tres mil terroristas de Hamas entraran en Israel en una operación de exterminio en las que asesinaron, decapitaron, violaron y secuestraron. Los mandos que ordenaron la matanza, el pogromo, sabían perfectamente que desencadenarían una guerra total, porque Israel considera que la desaparición de Hamas es para ellos un desafío existencial.
Las operaciones terrestres se centran ahora en el sur de la franja a donde se han desplazado los que huyeron de los combates en el norte. El resultado es un tragedia humana de inmensas proporciones, de la cual Israel culpa a Hamas, que es una milicia terrorista y no un ejército convencional y por tanto se mezcla entre los civiles sin importarle las consecuencias.
Una de los temores que tenía el gobierno de Israel, que es una extensión del conflicto al Líbano, o peor, a Irán. No ha ocurrido y la guerra no va a cesar hasta que consideren que han alcanzado todos los objetivos militares. Ahora están bombeando agua para anegar los túneles que recorren el subsuelo de la franja y que sirven de guarida a Hamás.
Justo cuando anochecía comenzaba la festividad judía de Janucá. Hoy se cumplen dos meses desde aquel trágico 7 de octubre.
Sánchez no es sensible a las advertencias de Repsol o a las amenazas de Iberdrola
El momento más delicado y a la vez más relevante de la entrevista de hoy de Pedro Sánchez en Espejo Público no tenía que ver con la oposición ni con la amnistía ni con los temas que suelen acaparar la conversación. Lo más interesante en realidad ha sido el circunloquio con el que Sánchez confirmaba que no prorrogaría el impuesto especial a las energéticas.
A pesar de que se diga con lengua de trapo, se ha entendido bien el mensaje que encierra tanta palabrería. El año que viene expira el impuesto a las energéticas y los socios a la izquierda del Gobierno quiere extenderlo. Es más, quieren perpetuarlo. Sánchez no es sensible a las advertencias de Repsol o a las amenazas de Iberdrola, que dicen que se plantearían sus inversiones en España si persisten estos devaneos regulatorio que provocan pura incertidumbre jurídica. Sánchez no es sensible al lamento de las empresas, pero sí es consciente de su impotencia parlamentaria.
El problema para él es que no hay una mayoría suficiente en el Congreso para mantener según qué políticas, especialmente las políticas fiscales agresivas, porque el PNV se descuelga entonces de la mayoría.
Lejos de ser anecdótica, la emancipación de Podemos se interpreta en términos de catástrofe
Por eso es tan grave el desafío de Podemos y por eso inquieta tanto al PSOE y por eso culpan a Yolanda Díaz de la nefasta gestión para mantener unido a Sumar. Lejos de ser anecdótica, la emancipación de Podemos se interpreta en términos de catástrofe y también como una derrota lamentable de Yolanda Díaz, que ha vuelto a demostrar su incapacidad para dirigir un partido. Era vital que mantuviera unida a su coalición Sumar y no lo ha conseguido y esto sienta un precedente peligroso.
Pero es que además tiene otras consecuencias que van más allá de la Carrera de San Jerónimo. Miren lo que hoy publica La Voz de Galicia. Dice que Ángela Rodríguez, la número dos de Irene Montero, la secretaria de estado de igualdad, la conocida como Pam, va a ser la cabeza de lista de Podemos en las próximas elecciones gallegas. ¿Qué significa eso? Que el popular Alfonso Rueda está feliz de la vida. Brindando con un godello. Porque allí el voto de la izquierda se divide entre cuatro partidos y dos de ellas tienen mínimas posibilidades de conseguir representación. Como además la derecha allí se concentra en el PP. Si Ferraz tenía alguna esperanza en infligir algún daño a Feijóo en el que fuera su feudo, esto también se lo complica. Escuchen a Marta Lois, portavoz de Sumar, en Televisión Española.
La reunión entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo ya tiene un orden del día
La reunión entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo ya tiene un orden del día. O más bien dos, porque ambas partes quieren imponer cuáles serán los temas de conversación y ni siquiera coinciden en eso.
Ahora le propone al PP una comisión de trabajo para avanzar hacia un acuerdo que permita renovar el CGPJ, pero lo populares no quieren ser uno más de las partida de negociaciones simultáneas que como si fuera Kasparov mantiene Pedro Sánchez de mesa en mesa. Por resumir, que no quieren que se reúnan con ellos como se reúnen con Puigdemont. De manera que hoy como ayer, cabe concluir que no hay la más mínima esperanza de que todo esto termine en un acuerdo. Creo que la secretaria general Cuca Gamarra es bastante explícita.
Sánchez tampoco hace gestos demasiado conciliadores que acompañen a sus invitaciones al acuerdo
Es verdad que Sánchez tampoco hace gestos demasiado conciliadores que acompañen a sus invitaciones al acuerdo. Porque la oposición se ha tomado como una afrenta, y lo es, que haya nombrado presidente de la Agencia EFE al que fuera Secretario de Estado de Comunicación. Y es verdad que es un escándalo porque una cosa es nombrar a un cargo con una ideología conocida o cuyo desempeño pueda agradar más al Gobierno. Que eso lo hacen. El problema es que ya se ha perdido todo el decoro y al pasar del órgano de propaganda del Gobierno a la presidencia de la agencia pública de noticia lo que se confirma es que se la quiere transformar en una agencia del Gobierno. Otra cosa es que esto sea coherente con la política de nombramientos de Sánchez, que lo es.
Por eso convendría sacar del paquete de negociaciones lo del artículo 49 de la Constitución, más que nada si se quiere que en un futuro no demasiado remoto el término disminuido sea sustituido por uno más respetuoso para referirse a las personas con alguna discapacidad. Si es una reforma mínima, que va a encontrar el acuerdo de todas las fuerzas, que lo dispongan y listo, pero que no pretendan que forme parte de un acuerdo más ambicioso porque ese acuerdo va a fracasar.