EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "Nada hay más humillante que sea una dictadura la que te deje por mentiroso"

Rafa Latorre reflexiona sobre el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela.

ondacero.es

Madrid | 19.09.2024 20:23

El Gobierno quiso que los españoles creyeran que la operación para traer a Edmundo González fue una heroicidad. Y fue todo lo contrario. Todo el material que ha dado a conocer la dictadura venezolana permite afirmar sin rastro de duda, que fue el régimen de Maduro quien dirigió la operación y no autorizó la salida hasta que el ganador de las elecciones firmó unas capitulaciones por las que asumía el fraude.

Mediante la claudicación, Edmundo González salvaba su vida y Nicolás Maduro se cobraba una victoria aún mayor de lo que en un principio parecía. No sólo ponía un océano de por medio con el ganador de las elecciones, sino que se hacía con un documento por el que este concedía la presidencia a Nicolás Maduro.

En estas condiciones es ridículo siquiera pensar en que Edmundo González pueda jurar como presidente en enero. Nicolás Maduro perdió las elecciones pero ha puesto en fuga al ganador. Y en esta operación el único que España puede reivindicar es el de facilitador.

El problema de la diplomacia española ya no es por qué no se atreve a referirse a Venezuela como una dictadura. Antes urgen otras respuestas. Porque la coacción a Edmundo González se produjo en la residencia del embajador de España en Caracas y porque el embajador estaba presente en el momento de la firma de las capitulaciones.

Hoy la oposición acusa al gobierno de Pedro Sánchez de haber servido como cómplice del autogolpe de estado con el que Maduro se perpetúa en el poder a pesar de haber sido claramente derrotado en las urnas. Desde Italia, adonde ha ido a encontrarse con Giorgia Meloni, Alberto Núñez Feijóo ha exigido el cese de José Manuel Albares, el relevo del embajador y unas explicaciones urgentes de Pedro Sánchez.

La versión ofrecida por el Gobierno español de la odisea de Edmundo González, más cercana al cantar de gesta que a la crónica de una claudicación, ha quedado completamente desmentida por el material probatorio aportado por el régimen. Quien con los Rodríguez se acuesta, grabado se levanta. Y, francamente, nada hay más humillante que sea una dictadura la que te deje por mentiroso.

Delcy y Jorge Rodríguez, dos perfectos exponentes del crimen político, dos sacamantecas del chavismo, acudieron en persona para coaccionar a Edmundo González y conducir al exilio forzoso al ganador de las elecciones. Esta es la historia, bastante alejada de la leyenda que se pretendió imponer en España.

Ahora José Manuel Albares matiza. No es que se produjera ninguna negociación, que es evidente que se produjo. Es que España no participó en ella, dice.

Ya, pero la coacción se produjo en suelo español. España prestó su embajada para que se hiciera la transacción innoble por la que Edmundo concedía las elecciones a cambio de preservar su vida y el embajador estaba presente en el momento de la firma de las capitulaciones. Y una vez constatado esto, hay una incómoda pregunta que queda en el aire: ¿por qué la coacción no se produjo en la embajada de Países Bajos? Allí era donde estaba refugiado Edmundo González. ¿Por qué? Quizás la respuesta sea Zapatero. Porque la complicidad con el régimen hacen que España sea un interlocutor de confianza para la dictadura de Maduro.

Nadie es quien para juzgar a un hombre que huye de su país para salvar su pescuezo y la vida de su familia, pero los españoles sí merecen saber cuál es la política exterior de su gobierno. Y ahora mismo ya es lo demás si Albares no se atreve a llamar dictadura a la dictadura, porque hay preguntas que requieren una respuesta más urgente.

Hoy los socialistas portugueses se han unido a una resolución presentada en el Europarlamento por el Partido Popular Europeo para reconocer a Edmundo González como el presidente legítimo de los venezolanos. El resto de la familia socialdemócrata ha rechazado totalmente la medida, y los socialistas españoles han sido especialmente duros con el PP, al que acusa de haberse quedado solo con la ultraderecha.

El Europarlamento hace así un reconocimiento de gran importancia simbólica pero que no insta a los 27 al reconocimiento inmediato de Edmundo González como presidente electo. En cualquier caso, Edmundo González ya está en otra fase… el liderazgo de la oposición en Venezuela corresponde a María Corina Machado, que es quien tratará de levantar la moral después del golpe sufrido.

Esto que escuchan es un sonido captado por la corresponsal de Onda Cero en Beirut. No es una explosión, aunque en un primer momento era difícil distinguirlo. Son cazas rompiendo la barrera del sonido en vuelo bajo sobre la capital libanesa. Mientras ese estruendo se adueñaba de las calles, el siniestro jeque Nasrallah, un fundamentalista al servicio de Irán que es la cabeza visible de Hizballah, pronunciaba un discurso.

El discurso se esperaba con gran expectación porque el golpe que ha sufrido el ejército terrorista que opera en el Líbano es antológico, pero Nasralah difícilmente podía aportar ninguna novedad. Dice que la explosión de miles de buscas y walkie talkies que ha herido a miles de sus terroristas y ha sumido a la organización en el más absoluto caos… es una declaración de guerra

Pero qué guerra es esa si la intención declarada de Hezbollah es borrar del mapa Israel y no ha dejado de bombardear a su población. Es evidente que se espera una respuesta homicida aún más cruel de lo habitual.

Cuando los buscas de los terroristas de Hezbollah empezaron a estallar por miles en una de las operaciones antiterroristas más asombrosas que se recuerdan, les advertíamos de que el conflicto en Oriente Próximo entraba en una fase.

El monólogo de las ocho: "Nada hay más humillante que sea una dictadura la que te deje por mentiroso"

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