EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "La necesidad de Sánchez es fuente de Derecho"

Rafa Latorre reflexiona en su monólogo sobre la apertura del Año Judicial, la rebelión de Alfonso Guerra y las explicaciones de Feijóo.

Rafa Latorre

Madrid | 07.09.2023 20:16

David Gistau solía decir que la apertura del Año Judicial parecía una reunión de sumilleres a punto de probar un caldo. Es verdad que lo ropones así puestos en formación ofrecen una imagen curiosa. El caldo que están probando los jueces y magistrados es amargo. Hace años que el ambiente en la apertura del año judicial es pesaroso. Porque el bloqueo de los órganos de gobierno de los jueces y la imposibilidad de efectuar nombramientos en interinidad está estrangulando la administración de Justicia.

Pero, es que ahora el centro de la conversación política es una posible ley de amnistía para satisfacer a un prófugo que la Justicia española persigue desde hace más de un lustro. ¿Qué supondría que el PSOE decidiera someterse al chantaje de Puigdemont para que Pedro Sánchez fuera investido presidente? Un choque institucional sin precedentes, porque la amnistía es una impugnación de la legitimidad del Poder Judicial para dictar sentencias. España no es una dictadura que necesite de una ley de punto final ni de un reseteo para inaugurar un nuevo régimen. De manera que es normal que hoy el ambiente entre los ropones fuera de extrema preocupación. Una preocupación mucho mayor de la que transmite el discurso del presidente del Supremo Francisco Marín Castán.

La razón por la que hoy la Justicia está en el centro mismo de la conversación no es sólo por los problemas que atraviesan los juzgados, por las vacantes y la imposibilidad de hacer nuevos nombramientos. Es que además el debate política gira en torno a una figura hasta ahora impensable, como es la amnistía de los delitos del procés. Algo que supondría la impugnación del régimen democrático empezando por la legitimidad del tribunal Supremo que sentenció el procés.

El problema es que Felipe y Guerra dicen lo que piensan y se han ganado la libertad de hacerlo sin necesidad de subrogar su pensamiento a la dictadura del secretariado

Otro histórico socialista ha alzado la voz. Felipe González fue claro en Onda Cero con Carlos Alsina y ahora Alfonso Guerra ha sido igualmente tajante en la Cope.

Son los refundadores del socialismo aunque hoy los traten como si fueran unos reaccionarios. Luego llega la campaña y se quejan de que no arriman el hombro. Hombre, cuando hablan porque hablan y cuando callan porque callan. El problema es que Felipe y Guerra dicen lo que piensan y se han ganado la libertad de hacerlo sin necesidad de subrogar su pensamiento a la dictadura del secretariado. Porque hoy el PSOE es un partido cuyo ideario depende exclusivamente de la necesidad de su secretario general. Esa es la razón por la que hasta el 23J nadie dentro del Partido Socialista, nadie, defendía la licitud, legalidad o justicia de la amnistía de Puigdemont. Desde el 23J ninguno de los socialistas con asientos en el Consejo de Ministros se ha atrevido a cuestionar la licitud, legalidad o justicia de la amnistía de Puigdemont. ¿Quién ha cambiado?

Antes del 23J no había un sólo socialista capaz de cuestionar lo aberrante de una amnistía

Para apreciar la diferencia entre quienes hablan con libertad y quienes no pueden contradecir la línea oficial. Decía Alfonso Guerra que el independentismo nos había tendido una trampa que era discutir si es legal o no una amnistía cuando lo primero es discutir si es o no justo. No es ni lo uno ni lo otro pero pudiera ser legal sin ser justo. Nuestro corresponsal en Bruselas Jacobo de Regoyos le ha hecho la pregunta precisa a dos vicepresidentas del Gobierno. Nadia Calviño ayer y Teresa Ribera hoy. La pregunta precisa. ¿Consideran justa una amnistía?

O sea que no se atreven a decir si es constitucional o no. Pero, es que tampoco se atreven a decir si es o no justa. Porque la doctrina de los martinespallines y los perezroyo ya la conocemos, que es que la necesidad de Sánchez es fuente de Derecho. Pero es que antes del 23J no había un sólo socialista capaz de cuestionar lo aberrante de una amnistía.

Jacobo de Regoyos también ha entrevistado hoy al exministro de Justicia López Aguilar y su testimonio tiene interés.Es interesante más allá del argumento puramente utilitario. No creíamos pero ahora es necesario que creamos y creemos. Virgilio Zapatero, otro socialista anacrónico, de estos a los que les han aplicado la obsolescencia programada, ha escrito un artículo para El Español. Y le explica a la gente como López Aguilar que dice que la amnistía no aparece explicitada en la Constitución lo del paisano que apareció con un oso en la estación de tren. Por su interés, les leo un parrafito:

«Recuerdo la primera clase que dio en España el gran jurista Luis Recasens Siches, subsecretario de la república y exiliado, al volver a España. Nos contó la anécdota, real o inventada, de un campesino polaco, quien a inicios del siglo XX se acercó a la estación de un pueblo de Polonia con la pretensión de subirse al tren nada menos que con su oso. El revisor le impidió entrar en el andén mostrándole al sujeto en cuestión el claro aviso escrito en la estación. "Prohibido entrar con perros en el andén». Pero el campesino, que debía haber estudiado lógica deóntica por libre, le objetó que él no llevaba un perro, sino un oso, y que en el cartel nada se decía de los osos. El revisor, no obstante, que sí tenía sentido común, impidió el acceso del oso argumentando que si se habían prohibido los perros por las molestias que podían causar a los viajeros, más molestias podían producir los osos»

Bien, el perro son los indultos generales prohibidos por el artículo 62 de la Constitución. El Oso es la amnistía que ahora nos pretenden colar en el andén de la democracia.

Escuchan a Felipe González, Alfonso Guerra, Ramón Jáuregui y Virgilio Zapatero. Hoy cuenta La Razón que Sánchez quiere ya presentarse a la investidura fallida de Feijóo con un pacto debajo del brazo. Sí que están avanzados los trabajos para afinar una proposición de ley que le de satisfacción a las exigencias de Puigdemont.

Por cierto que Alberto Núñez Feijóo también se ha referido a una palabra que él ha pronunciado y que ha provocado nerviosismo dentro de su partido porque es el lenguaje que suelen utilizar los independentistas. Esto del encaje de Cataluña en España. Hoy ha tenido que explicarse porque desde luego no es el término más acertado que puede utilizar un presidente del Partido Popular.