Háganse cargo de las dimensiones de la catástrofe o del crimen, si se demuestra que detrás de la destrucción de la presa de Nova Kajova en la región de Jersón está la mano negra de Rusia. A esta hora hay 40.000 personas pendientes de ser evacuadas a causa de las inundaciones provocadas por la liberación de la enorme masa de agua que contenía esta infraestructura crítica.
Tantos los aliados de Ucrania como la organizaciones internacionales están siendo muy prudentes antes de señalar a Rusia, porque esto no sería un episodio más de la guerra. La destrucción de una presa es un crimen de guerra y desde luego supondría un salto en la crueldad de una invasión que no tiene ninguno reparo en destruir el país que ha ocupado.
Además de la tragedia humana, ya inevitable, preocupa cómo podría afectar a la central nuclear de Zaporiya, porque ese agua embalsada servía para abastecer al sistema de refrigeración de sus reactores. Por el momento la autoridades ucranianas dicen que no hay peligro porque hay un abastecimiento suficiente de agua, pero esto da la medida del daño provocado.
Un testigo presencial citado por un canal ucraniano dijo que sólo se escuchó una única detonación «y todo se derrumbó como un castillo de naipes».
Esta no es por desgracia hoy la principal preocupación de los canarios, pero van a tener un nuevo gobierno con un nuevo presidente, ya hay acuerdo.
Lo que ocurre es que la noticia llegaba justo cuando la borrasca Óscar dejaba las primeras lluvias en Gran Canaria y los equipos de emergencia se preparaban para tratar de paliar los daños provocados por este fenómeno natural que tiene como primer efecto retrasar el verano unos días.
El parte político también ha de comenzar en Canarias. Es el primer pacto poselectoral que se firma tras el 28M. El primero y supone otra pérdida para el PSOE, que ya no gobernará Canarias porque Ángel Víctor Torres será desalojado por Fernando Clavijo de Coalición Canaria.
El acuerdo lo han presentado Coalición Canaria y el PP, pero para completar su mayoría sumarán al pacto de investidura a la Asociación Herrereña Independiente y a la Agrupación Socialista Gomera. Esto deja al asturiano Barbón, al castellanomanchego Page y muy probablemente a la navarra María Chivite como exponentes únicos del poder autonómico socialista tras el terremoto político del 28M.
Hoy la actualidad viene marcada por otra entrevista que ha condicionado desde primera hora toda la agenda política. Una charla de 45 minutos sobre todos los asuntos pendientes de la campaña en la que Alberto Núñez Feijóo le ha dejado a Carlos Alsina una promesa. Él no va a gobernar España si el Partido Popular no es la fuerza más votada en las generales del 23 de julio.
Si yo no lo he entendido mal, esto lo ha prometido de forma unilateral, es decir sin esperar reciprocidad como en el caso de la oferta para que en las autonomías gobierne la lista más votada.
Ha costado algo más que Feijóo adquiriera otro compromiso, desde luego no va a someterse a seis debates cara a cara con Sánchez y esto tiene una justificación de pura lógica de campaña. El argumento de Feijóo es que no le va a diseñar Pedro Sánchez la campaña, que probablemente quiere encerrarse en un plató y no salir de él porque tiene serios problemas de movilización. Claro, él quiere hacer la campaña que más le beneficia, ósea la que más perjudica a Sánchez.
Lo importante es lo que Feijóo haría en caso de tener la mayoría suficiente para ser investido. Es decir, qué es lo que se esconde tras la repetida consigna ‘derogar el sanchismo’, es decir qué leyes concretamente derogaría de disponer de una mayoría parlamentaria suficiente.
Esto ha provocado la inmediata reacción de los socialistas. Le acusan de hacer un planteamiento destructivo porque sólo busca derogar.
Luego se pregunta Bolaños quién podría querer derogar la Ley de Memoria Democrática que este gobierno negocio entre otros con Bildu. Hombre, lo cierto es que derogar es legislar. Él prometió por ejemplo elaborar una nueva ley trans para sustituir a la actual. Lo que desde luego no va a derogar Feijoo sino más bien retocar es la reforma laboral. Esto es interesante. Porque sugiere que Feijóo ya ha asumido el PP que uno de los grandes errores de la época de Casado fue oponerse a esa reforma que mantenía en lo sustancial la de Fátima Báñez. Feijóo dice que hará algunas modificaciones necesarias sobre la competitividad, pero lo sustancial permanecerá. Pero es que lo sustancial fue elaborado por un gobierno del PP y parece mentira que en su día el PP renunciara a reivindicarlo. Encima para salir derrotado por un error grotesco del inefable Alberto Casero.
Otro de los cambios que introducirá Feijóo será en la estructura del Gobierno, reduciendo ministerios que siempre o casi siempre habían sido direcciones generales como Consumo, Universidades o Igualdad.
Esto merece un comentario porque ha provocado los previsibles sofocos en el actual Gobierno. Entre ellos el de la actual ministra de Igualdad. Lo cierto es que va a ser complicado convencer a un ministro de que las competencias de su cartera no tienen por qué tener rango ministerial, pero no estaremos revelando un misterio a nadie si recordamos que este gobierno tiene 22 ministerios no porque todos sean vitales para la gobernación del Estado sino porque había que buscar acomodo a los dirigentes de Podemos e Izquierda Unida. Y por eso, y no porque fuera necesario, en España hay un ministerio de Ciencia, otro de Educación, otro de Universidades, otro de Cultura. ¿De verdad no creen que concentrar todas estas competencias en un sólo ministerio no solo es más eficiente sino que es más eficaz?