LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "Quienes querían convertir a Karla Sofía Gascón en un símbolo ponen en cuestión su candidatura al Óscar"

Rafa Latorre reflexiona en La Brújula sobre los polémicos tweets de Karla Sofía Gascón y otros temas de actualidad.

Rafa Latorre

Madrid |

El monólogo de las ocho: "Quienes querían convertir a Karla Sofía Gascón en un símbolo ponen en cuestión su candidatura al Óscar"

Ahora que se acerca el fin de semana y que se acerca la ceremonia de los Oscar puede que esta no sea la principal noticia del día, pero sí es un buen retrato de situación. La comidilla de estas horas recientes son las opiniones políticas que han rescatado de la actriz Karla Sofía Gascón. Hablamos la actriz española nominada al Óscar por Emilia Pérez. La primera transexual en competir en esta categoría.

¿Qué importarán esas opiniones políticas? Pues parece que mucho, porque desafían la idea que se había instalado del buen transexual. Les cuento. Karla Sofía Gascón tuiteaba antes muy libremente sus pareceres sobre diversos asuntos. Resulta que son ideas consideradas muy incorrectas o muy conservadoras o consideradas muy de derechas sobre determinados asuntos. Sobre la inmigración por ejemplo decía "el islam se está convirtiendo en un foco de infección para la humanidad que hay que curar urgentemente" o "¿cuántas veces más la historia tendrá que expulsar a los moros de España?".

Bueno y lo que decía de este gobierno, "me cago en este gobierno y su presidente". O sobre Irene Montero. O sobre el Black Lives Matter. O sobre la corrección en los Óscar, de los que decía que parecía una entrega de premios afrocoreanos.

Y ustedes dirán, ¿y qué más da? Bueno, es un asunto interesante porque hay quien acaba de descubrir que las personas somos seres complejas y no podemos ser reducidos a nuestra raza, fenotipo o identidad sexual. Porque hay una opinión creciente y hegemónica que considera que un transexual tiene que pensar de manera determinada o un negro o un blanco tiene que ser un monolito de certezas condicionadas por su raza. Y resulta que no.

Y ahora quienes querían convertir a Karla Sofía Gascón en un símbolo de la lucha contra la opresión ponen en cuestión su candidatura a los Óscar. Esto es lo más estupefaciente de todo. Y lo más revelador.

Cuando nosotros pensábamos que su candidatura se fundamentaba en su trabajo como actriz, en su desempeño en la interpretación, que es su oficio. Pero ya vemos, bueno, ya sabíamos, pero es más evidente que nunca, que una parte dominante del mundo cultural considera que los premios son solo una herramienta instrumental para que prevalezcan otros asuntos políticos.

Karla Sofía Gascón ha cerrado su cuenta de X. Este no es un asunto marginal porque, de hecho, es uno de los grandes debates culturales de nuestro tiempo. ¿Y qué más da lo que opine la buena de Karla sobre política o inmigración? Pues tanto como su identidad sexual. Porque lo que los Óscar premian es su desempeño como actriz. ¿O no?

Bueno, resulta que las personas somos seres complejos, con opiniones que no están determinadas por nuestros azares. Si lo tránsfobo es creer que todos los trans tienen que pensar lo mismo sobre la inmigración… Cuando, no es por nada, hay algunas razones bastante bien fundamentadas por las que una persona transexual puede tener ciertas prevenciones respecto del Islam. Pero vivimos en tiempos de la simplificación. Ya verán cuando se entere de esto Irene Montero.

Deslumbrados por otros acontecimientos informativos con mucho más brillo mediático, estamos descuidando uno de los grandes desafíos de nuestro momento para todos los países europeos y, sobre todo, para España.

El Gobierno no lo va a reconocer porque sus socios sienten una aversión biológica al debate, pero ya está trabajando para ver cómo puede elevar el gasto militar. Como sea. Si Pedro Sánchez le negó a Mark Rutte una comparecencia conjunta en su visita a España es precisamente porque es un tema incomodísimo, pero ocurre como con la inmigración, que el gobierno asume muy discretamente una agenda muy distinta a lo que predica en público.

Bueno, ahora que estamos rescatando tweets antiguos. Esto no fue un tweet, fue una entrevista, hace ya algunos años, en la que Pedro Sánchez dijo aquello de que había que suprimir el ministerio de Defensa. Ahora son otros tiempos y el Gobierno español ha dado acuse de recibo de la demanda de sus aliados. No sólo España, pero especialmente España, que es el país que más ha desatendido el gasto militar en una época en la que hay consenso acerca de que Europa debe prepararse para defenderse a sí misma sin esperar a que Estados Unidos le saque las castañas del fuego.

La idea de España es recurrir al BEI, al Banco Europeo de Inversiones, que para algo colocamos ahí a Nadia Calviño. España y otros 18 países de la UE reclaman al BEI más financiación para la industria de defensa.

En una carta, impulsada por el primer ministro finlandés, piden al organismo presidido por Nadia Calviño que flexibilice sus condiciones de crédito. Es una forma de incrementar el presupuesto de defensa sin tensionar la vida política de un país. Pero más allá del cómo, de los mecanismos de financiación, revela una voluntad decidida de avanzar hacia una nueva forma de entender la defensa.

En el caso concreto de España elevar el gasto militar hasta el 2% del PIB desde el 1,2% actual sin siquiera una mayoría para aprobar los Presupuestos se antoja un proeza. Pero esperen, porque esa meta ya se considera insuficiente. Pronto los países de la OTAN se fijarán un nuevo horizonte del 3%, porque la presión de la administración Trump es intensa.

Es la década de la incertidumbre. Los felices 20 del siglo XXI son el reino de la inestabilidad. Ustedes fíjense en cómo arrancan las elecciones en Alemania. Se trata del motor de Europa y hoy el principal partido en las encuestas, la conservadora CDU, que se propone como el baluarte que puede cerrarle el paso de la victoria a la ultra Alternativa para Alemania, vive una profunda crisis interna. El democristiano Friedrich Merz, favorito para ser el próximo canciller alemán, ha encajado una derrota parlamentaria que va a afectar muy seriamente a sus aspiraciones gubernamentales. El Parlamento alemán rechaza la ley que certificaba la unión de derecha y ultraderecha contra la migración. El candidato democristiano buscó sin éxito una mayoría junto a AfD para limitar la llegada de demandantes de asilo, pese a las críticas de Merkel y la acusación de debilitar el cordón sanitario.

Y en España parte de la cúpula fiscal exige a García Ortiz su dimisión como Fiscal General del Estado tras no responder al juez. Trece fiscales de primera categoría recuerdan al jefe del Ministerio Público que su actitud es "impropia" de un Estado de Derecho. No ven otra salida más que su renuncia para "preservar a la institución".

Rafa Latorre monólogo