EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "No es tan fácil apañar una amnistía exprés sin provocar un seísmo institucional"

Rafa Latorre reflexiona en su monólogo sobre la Diada, las posturas de Sumar, PSOE y PP sobre la amnistía y sobre la situación en Marruecos tras el terremoto.

Rafa Latorre

Madrid | 11.09.2023 20:19

Es previsible y no deja de ser terrible, comprobar cómo la desolación aumenta al mismo ritmo que crece la distancia de Marrakech. El Marruecos que conoce el turista no es el más castigado, sino todas esas aldeas y pueblos que han sido convertidos en ruina. Eso también explica que no haya más muertos, no han caído grandes edificios, sino casas de construcción humilde y en las que vivía una o dos familias. Lo que hay en Marrakech es puro pavor. Gente que duerme en la calle por miedo a las réplicas.

En una de esas ausencias dolorosas en las que se revela un estilo, Mohamed VI todavía no ha visitado las zonas asoladas por la catástrofe. El monarca de las vacaciones eternas al menos se ha dignado a personarse en Marruecos, lo cual tiene una importancia que va más allá de lo simbólico. Porque en un régimen como el marroquí, la maquinaria ejecutiva no se pone en marcha hasta que el monarca no envía las señales adecuadas.

Ya se ha teorizado mucho sobre el valor informativo de las tragedias. Qué es lo que determina que una catástrofe se convierta en un acontecimiento. Uno de los argumentos es sin duda la cercanía. Y entre Marruecos y España hay algo más que vecindad, hay lazos históricos, afectivos, diplomáticos y culturales.

Les decía esto porque quizás les sorprenda la discreción con la que hoy los medios tratarán otra tragedia próxima a la de Marruecos. A media tarde, un despacho de la agencia EFE informaba de que en Libia ya han muerto más dos mil personas y hay más de mil desaparecidos por el ciclón Daniel que ha azotado sus costas. Barrios enteros han desaparecido llevados por el mar, según las autoridades.

Es que a las numerosas fantasías de la Diada ahora se une llamarle plaza del 1 de octubre a la plaza de España de Barcelona

Esta sí que es una manifestación puntual. Cada año a las 17:14 parte la marcha central de los actos de la Diada. Cuatro columnas van avanzando convergen en la plaza de España, ironías de la vida. Bueno, Plaza de España. Es que a las numerosas fantasías de la Diada ahora se une llamarle plaza del 1 de octubre a la plaza de España de Barcelona. Que esto es algo que ha decidido la ANC y que tiene el mismo rigor que el resto de la mitología independentista.

Digo mitología porque los mitos son pensamiento mágico y en 1714 no hubo una guerra de sucesión ni Rafael Casanova fue quien dice que fue. De un tiempo a esta parte, algo ha cambiado y eso se mantiene. Los independentistas ventilan en público sus diferencias y se llaman botiflers, porque una de las consecuencias del naufragio de 2017 es que la patria catalana se ha puesto carísima.

Todo esto viene siendo lo habitual en la Diada, pero en esta edición hay algo que la hace excepcional. Y es que el PSOE y Sumar han rehabilitado la figura de Carles Puigdemont para convertirlo en el interlocutor de una negociación para la investidura.

DOLORS FELIU NO ENGAÑARNOS

Esta señora que habla es Dolors Feliu, presidenta de la Asamblea Nacional de Cataluña, que son el brazo civil del procés. Y que, claro, no se conforman con la amnistía, es más consideran que sólo puede ser un paso previo a la independencia. Ahora en cambio, cuando las expectativas del independentismo están más elevadas es cuando parece que tanto Sumar como el PSOE se dan cuenta de que no es tan fácil apañar una amnistía exprés sin provocar un seísmo institucional o sin caer en la chapuza. De ahí que empiece a rebajarse el tono.

El problema es si es posible la marcha atrás o si ya se ha ido demasiado lejos

El problema es si es posible la marcha atrás o si ya se ha ido demasiado lejos. Porque por un lado, Carles Puigdemont ya ha dicho que quiere que le paguen por adelantado porque no se fía de Pedro Sánchez. Esto no se lo vamos a reprochar. Y es verdad que Sánchez todavía no ha dicho nada sobre la amnistía, pero llevan días sus huestes mediáticas planchando a la opinión pública y su entorno más cercano justificando la necesidad de una amnistía.

Ya no estamos en la fase de negar que se vaya a aprobar una amnistía, sino en la de argumentar por qué es justo lo que decían que era injusto, por qué es legal lo que era claramente inconstitucional. Es que tenemos a portavoces oficiosos que con un desparpajo asombroso ahora dicen exactamente lo contrario de lo que decían hace ni dos meses en la campaña electoral.

¿Por qué a nadie le extraña la tribuna de Juan Luis Cebrián en El País? Bueno, extraña leer una opinión así en El País, porque la alineación con el Gobierno ya es total. Pero no sorprende el contenido porque el día anterior ya publicaba ese mismo periódico que Sánchez estaba determinado a pagar el precio que Puigdemont le exige,

Además, Sánchez necesita otros socios. Esquerra, cuyos dirigentes están seriamente preocupados por si el nefasto resultado de las generales prefigura una derrota en las próximas autonómicas. Y que encima tienen que escuchar como díada tras diada los llaman botiflers aquellos que ahora negocian logros mejores, más ambiciosos, más audaces.