EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "Puigdemont invistió antes a un presidente aun más minoritario, Pedro Sánchez"

El monólogo de Rafa Latorre en el que reflexiona sobre la amnistía y el procés.

Rafa Latorre

Madrid |

Pedro Sánchez hablará en el Congreso de los negocios y relaciones de su esposa Begoña Gómez. Va a embutir el tema en una sesión en la que se tratará de los más diversos asuntos, desde el Estado Palestino al Consejo Europeo o Ucrania.

Se trata el asunto… aunque sea de pasada… pero es un hecho político relevante y conviene recordar qué es lo que lo ha motivado. Lo que obliga a Pedro Sánchez a explicar las actividades de su mujer el 22 de mayo no son los bulos. Lo bulos se desmienten, no se explican. Tampoco es una decisión judicial, porque una cámara parlamentaria no es un tribunal.

Lo que merece una explicación política son informaciones periodísticas veraces. Sobre todo de El Confidencial pero no sólo y que aportan documentos y pruebas de una relación temeraria de la mujer del presidente con los patrocinadores de su carrera.

Si esto es un delito lo determinará un juez y ya hay unas diligencias abiertas para investigarlo. En cuanto a los bulos se desactivan mediante un desmentido. Ya todo el mundo sabe que ella no es la señora cántabra con el mismo nombre que solicitó una subvención… lo que merecen saber es por qué se reunió con la cúpula de Globalia o si es lícito que apoye a una empresa de su patrocinador en un concurso del ministerio de Economía.

Algo ha cambiado ya en la política española. Miren que ya les advertíamos que a partir de ahora los socialistas se atreverían a decirle a Puigdemont lo que no se han atrevido a decirle en toda la legislatura. Puigdemont pasó a ser progresista un 23 de julio y dejó de serlo un 18 de mayo. Casi un año de progresismo. Ya ven que es un club sin cláusula de permanencia. Ahora que la relación se ha vuelto imposible porque no hay forma de conquistar la Generalitat y mantener su apoyo en Madrid, vuelve a ser lo que nunca ha dejado de ser.

Ya es casualidad que hoy el siempre cordial Óscar Puente haya protagonizado el más agrio enfrentamiento de un ministro de este gobierno con un parlamentario de Junts. Hasta ahora los han tratado con una delicadeza… como si fueran cachorros de koaola. Pero ahora ya les lanzan dentelladas. Y todo porque le ha dicho lo que también le dicen en Madrid. Que las cercanías son un caos, que el gobierno no sabe gestionar sus competencias y que Óscar Puente está más ocupado con sus redes sociales que con su ministerio.

Justamente hoy el Senado ha vetado la amnistía y la remitirá sin plantear el choque constitucional. Quizás porque el PP se barrunta a quién favorecería Candido Conde Pumpido y su mayoría de magistrados. Esta ley puede ser el último canto del cisne de la mayoría parlamentaria de Pedro Sánchez.

Esta última votación, que servirá para aprobar definitivamente la medida de gracia para los implicados en el procés independentista de Cataluña, está prevista en principio para el próximo 30 de mayo. Los 'populares' tachan la norma de "obscenidad" y "fraude democrático" y los socialistas afirman que las urnas catalanas la han validado.

Dice hoy el coro que la decadencia del independentismo en Cataluña ha sido a causa de la benéfica amnistía. Es un asunto discutible porque el apoyo del independentismo ya venía siendo menguante pero en caso de que así fuera. Eso no cambia la naturaleza esencialmente corrupta de la transacción, porque se trata de un canje de impunidad por apoyo parlamentario, que luego tenga unos coyunturales efectos benéficos… también hay quien dice que la vulgar corrupción dinamiza la economía. Justificaciones hay para todo.

Esto también ofrece una lección sobre el procés en el que hoy se ha enredado Alberto Núñez Feijóo.

No miren, el procés terminó gracias a la lección indeleble del castigo. Porque en Cataluña no se ha vuelto a publicar una ley contra la Constitución desde que se aplicó el 155 y se demostró que se puede destituir a todo un gobierno de la Generalitat sin que el ciclo de los astros sufriera alteración. Lo que puso fin al procés fue el castigo y no la impunidad. Esa es la principal confusión. Lo que ahora ha ocurrido es que el independentismo ha perdido la mayoría suficiente para aprobar leyes ilegales y para condicionar la vida institucional de Cataluña.

Pero prueba de que el procés terminó es que esa ya no era la cuestión, porque la fuerza del independentismo no reside ya en el apoyo parlamentario de los independentistas sino en la debilidad parlamentaria. Y en su falta de escrúpulo. Puigdemont ya se dio un batacazo en las elecciones generales del 23J pero si pudo imponer la amnistía y obligar al PSOE a hacer lo que prometió que jamás haría es porque Pedro Sánchez también se dio un batacazo el 23J.

Hoy el único argumento que tiene Puigdemont para presentarse a una investidura es que él invistió antes a un presidente aun más minoritario, que fue Pedro Sánchez. Ha enviado un tuit, Puigdemont, desarrollando esta idea.

Pero da igual. Hay cosas que no dependen de Sánchez y el PSOE sencillamente no puede imponer al PSC un voto a Puigdemont sencillamente porque desaparece. Ahora toda la presión está sobre Esquerra, que no va a resolver su dilema ahora. Pero está condenado a decidir, de ellos depende no sólo si Cataluña va a una repetición electoral sino qué tipo de gobierno tendrá en caso de que no lo haga. Y Junqueras quiere pilotar el proceso y las bases más radicales quieren arrebatarle el control. “Me veo capaz y con fuerza para seguir trabajando por nuestro país y hacerlo, como siempre, desde el lugar que determine la militancia”, ha escrito Junqueras en una larga misiva que el partido ha publicado en su página web. 

La presión es para Junqueras pero sobre todo la iniciativa es de Illa. Es que el PP ahora se ha apresurado a hablar de qué va a hacer con sus votos cuando lo que debería decir es: «Oiga, a nosotros nadie nos ha preguntado». Tenemos un mandato de los ciudadanos y lo protegeremos pero es a Illa a quien corresponderá cuando se lo encarguen formar un gobierno. Es decir… que si quiere los votos del PP que pregunte por ellos y explique qué está dispuesta a ceder para conseguirlos.

El monólogo de las ocho: "El único argumento de Puigdemont para presentarse a una investidura es que él invistió antes a un presidente aun más minoritario, Pedro Sánchez"