Es curioso porque lo que solían destacar los anuncios que animaban a votar sí en el referéndum de la Constitución es que no es un texto perfecto. Y esa es la mejor garantía de que se trata de un texto impecablemente democrático, porque los regímenes que prometen la perfección y el fin de la historia son precisamente los más aberrantes.
Hoy hay una mayoría que quiere reformar la Constitución, porque en esa mayoría cuentan los que desearían reconocer los centrífugos y los centripetos, los que quieren que se reconozca la autodeterminación de los pueblos y los que quieren acabar con las autonomías, los magiares y los bolivarianos, los carlistas y los ultraliberales. De manera que antes de referirnos a los tristes fastos del aniversario, no está de más reconocer que estos 45 años no han estado tan mal. Es la de la Constitución una imperfección muy acogedora, francamente.
Luego hay una serie de reformas que hoy se han explicitado y que encontrarían un acuerdo casi general. Más bien son actualizaciones sin otra consecuencia que el decoro estético. Por ejemplo, la prevalencia del varón en la sucesión de la Corona. No parece que entre los planes de los Reyes esté darles un hermanito a la princesa que la desplace en la sucesión. Pero no queda bien. Tampoco van a mejorar las condiciones de vida de las personas discapacitadas el que se elimine el horrido término disminuido del articulado. Pero, es un retoque estético muy pertinente con el que nadie está de acuerdo.
Oigan, Zapatero y Rajoy se pusieron de acuerdo en apenas unas horas para hacer la última reforma constitucional, la del artículo 135. Reforma exprés y sin referéndum. Ahora que el ambiente no está para reformas, ni siquiera reformas tan poco contestadas, sencillamente porque la desconfianza es total y es algo que se ha palpado en el ambiente mortecino de los fastos de hoy.
El ambiente ha sido mortecino porque buena parte de los invitados no asistieron
El ambiente ha sido mortecino porque buena parte de los invitados no asistieron. De los socios del Gobierno, Sumar y Podemos. El resto, los independentistas no creen nada que celebrar porque consideran que la Constitución es un yugo que les oprime. Estos no reciben reproche alguno del Gobierno porque por algo son sus socios. El que se lleva todos los palos es quien asiste puntualmente a estas citas.
Por cierto, que tampoco ha ido Vox y el plante hay que destacarlo por una razón. Quizás que lo emparente con eso que ellos decían de la derechita cobarde. Porque quizás tratan de no ofender a una parte de su base que impugna lo que llaman el régimen del 78, que recortan la Corona de la bandera y que consideran que la monarquía es cómplice de las felonías. O sea que sus dirigentes quieren estar con el Rey sin ofender a los que consideran que el Rey es un traidor y esta es una forma de evadirse de sus responsabilidades.
Una vez más ha destacado por lamentable el papel que ha jugado Francina Armengol que parece obstinada en la ignorancia
Así que esta cada vez va siendo más la fiesta del bipartidismo, pero el bipartidismo está más distanciado que nunca. Una vez más ha destacado por lamentable el papel que ha jugado Francina Armengol que parece obstinada en la ignorancia. Que parece obstinada en ignorar cuál es su función como presidenta del Congreso y actúa no como la anfitriona institucional que debiera, sino como una parte activa y activista. Bueno, es que esta vez se ha puesto a esbozar un posible modelo territorial para España.
El título VIII es el más problemático y es verdad que los padres de la Constitución escogieron fórmulas deliberadamente ambiguas para posponer un debate que en ese momento los conducía a un callejón sin salida. De ahí lo de las nacionalidades y regiones. Pero mire, Armengol, en la Constitución hay un título preliminar con un artículo inequívoco que delimita perfectamente cuál es el ámbito de decisión. Si quiere lo repetimos por si antes no ha quedado claro
¿De qué hablaban hoy los líderes políticos presentes? Cómo estará el ambiente que la noticia es que al fin Pedro Sánchez va a convocar a una reunión a Alberto Núñez Feijóo para sin que haya la menor esperanza de que alcancen algún acuerdo.
El presidente tratará de convencer al líder de la oposición de que se avenga a un acuerdo para renovar la composición del Consejo General del Poder Judicial. Se podrían enumerar de carrerilla todas las razones por las que tal acuerdo es un suceso improbable. Y eso que ya estaría redactado. Bastaría con sacar de la cajón el que iban a suscribir Esteban González Pons y Félix Bolaños cuando el PP se enteró de que el Gobierno iba a derogar el delito de sedición después de firmarlo y le iba a dejar en una posición delicadísima. Ese es el principal problema, la falta de confianza es absoluta y el PP no quiere aparecer como cómplice de un partido que después de firmar se iría a negociar a Suiza con Puigdemont o cuestiones en el Congreso a los jueces en comisiones del lawfare pactadas con Esquerra.
Yolanda Díaz hoy es una líder en serios apuros
En realidad el órgano de Gobierno de los jueces es sólo un prólogo de cuál sería la verdadera batalla que es el intento de controlar el Supremo antes de que los jueces tengan que aplicar la ley de amnistía que aprobará el Congreso de los Diputados. ¿Y de qué más se ha hablado? Ah, sí, claro. De Podemos y su emancipación. Podemos ya no pertenece a Sumar, se ha ido al grupo Mixto y le han preguntado a Yolanda Díaz si considera que este es un ejercicio de transfuguismo. Y Yolanda Díaz no lo dice aunque lo piense.
Y aunque lo piense, no lo dice, porque los necesita. Tan endiablada es su situación. La han dejado con 26 diputados, la han traicionado, han vulnerado sus acuerdos, han sentado un peligroso precedente. Porque Sumar son 15 partidos que podrían librar así sus divergencias con la dirección, y sin embargo, y sin embargo, Yolanda Díaz los necesita. Porque cada voto cuenta y si ya en Congreso de mayoría conservadora es difícil aprobar determinada agenda legislativa, imagínense si hay una fuerza a su izquierda forzando continuamente a ir más allá en sus políticas. Yolanda Díaz hoy es una líder en serios apuros. Porque además en el PSOE cuestionan su capacidad para gestionar a su coalición de partidos.