Al Partido Popular le han reventado las costuras del domingo que en realidad estaban cosidas de retales. Ha bastado la llama tenue de Castilla y León para hacer estallar la bomba en la que escondían su enemistad Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. La presidenta ataca y se defiende. Casado en voz de Egea ataca y se defiende.
¿Investigaron a la presidenta para desactivarla? ¿Actuó ella para facilitar un contrato en pandemia para beneficiar a su hermano? Ayuso, Casado, Egea. Solo puede quedar uno.
Y ha dimitido Carromero el que aparecía desde su puesto como coordinador de la Alcaldía de Madrid como el encargado de las investigaciones al hermano de Ayuso. Hoy sabemos se habrían extendido a su ex marido y a su ex pareja. La dimisión es una forma de reconocer que algo tuvo que ver. Lo dudoso es que esta salida apacigüe la insólita tormenta perfecta en la que navega el primer partido de la oposición.
A estas horas hay decenas de militantes del partido en Génova para apoyar a Ayuso con ramos de flores a Casado y hasta mariachis. Es lo que faltaba en el sainete. Puede que el expediente Ayuso termine con su expulsión, no creo pero en esta guerra no va a haber prisioneros y con la munición que se gastan, solo puede quedar uno.
El Gobierno se frota las manos y han salido en tromba en su oposición a la oposición. Asisten al espectáculo en primera fila y comparten palomitas con socios. En la platea, alguien aplica la lógica. Por ejemplo, Errejón que se pregunta por qué el PP no lo puso en conocimiento de la justicia en lugar de contratar detectives privados.
