Hace 6 meses que la rutina se paró de golpe en la comunidad educativa. Profesores, directores de centros, alumnos de todas las edades, padres y madres se dieron de bruces con una realidad que aún pasa factura.
Medio año después, más de 8 millones de estudiantes tienen que volver a la clases que no van a ser las mismas. Tampoco los profesores, o incluso sus compañeros, si les toca toca mezcla de grupos. De ahí que los estudiantes hayan manifestado su enfado con una convocatoria de huelga para los días 16,17 y 18 de septiembre.
A 4 días de que empiecen las clases, muchos profesores no saben cómo proceder. Hoy mismo hay reuniones de equipos directivos. Lo que exigen para poder dar clases con las medidas sanitarias lo tienen claro: unificación de la ratio, contratación de docentes y presencialidad después de 2 de la ESO.
En infantil se preguntan cómo van a consolar a alumnos cuando lloren o cómo van a gestionar los posibles casos en clases donde a diario hay fiebre y catarros. Y a medida que aumenta el curso, aumentan las preocupaciones, sobre todo porque los profesores tienen que asumir responsabilidades que no les corresponden.
Qué hacer si hay un caso positivo, o si éste tiene un hermano en otra clase, o si hay que atender a la vez un caso sospechoso y un enfermo crónico. La incertidumbre baja hasta el momento del lavado de manos.
Y a todo ello se suma la preocupación de los padres. Muchos aún no saben ni cuándo empiezan ni como, ni si habrá o no comedor y un largo etcétera. Preocupación añadida, la más que probable conciliación: "Habrá madres y padres que se jueguen sus trabajos si se quedan con el niño en casa".
Docentes, estudiantes y familias exigen tener una información clara, certezas sobre una vuelta al colegio segura que a día de hoy sigue en el aire, aunque le pese al Gobierno, e impide transmitir la tranquilidad y seguridad que los alumnos necesitan.
Al fin y al cabo son los que mayor impacto en sus rutinas y espacios van a tener. Los profesores no quieren volver con medidas precipitadas y sin un protocolo unificado: "Es un caos", aseguran. Pero pese a todo, intentan aprender a sonreír con los ojos.