Traigo que es viernes y Madrid lo sabe. Conforme se acerca la votación, en Gabilondia reina el sosiego de un suburbio de Los Ángeles. Las encuestas dicen que no caló el ‘No pasarán’, por lo que sea. Don Ángel se ha centrado de nuevo. Sánchez a puesto a Gabilondo en todas las posturas y le ha hecho hacer todas las cosas, como un niño con su muñeco, ahora lo hace volar, ahora corre, ahora amenaza.
Con Iglesias sí, después no, después alarma, después quietud. Me recuerda a esos números en los que el hipnotizador sacaba del público a un señor muy serio y se supone que lo hipnotiza y para comprobarlo le dice: “Ahora es usted una gallina”, y el señor hace cocococo, y ahora es usted un perro, y el señor tan serio ladra, y después lo despierta y no recuerda nada.
Ay Madrid, rompeolas de todos los hipnotizadores. Isabel de las Tormentas habla de vivir a la madrileña. Yo ya no sé lo que es vivir a la madrileña: el atasco, el afterwork y el resacón, ir a Las Ventas, luchar contra el fascismo, lamer la tapa del piano del ToniDos, arponear orcas asesinas en el estanque del Retiro.
¿Y tú? defiendes la democracia o trabajas? Madrid, rebelde y chulapona, torera y libertaria, héroes de barrio, virgenes, palomas, figuras del museo de Cera, dependientes de las tiendas del bernabéu. Ya no sabe uno si es herdero de Tierno galván o un redneck de Chamberí.