Una investigación realizada por la Universidad de Búfalo y un laboratorio en Estados Unidos han descubierto que nuestros ancestros tenía la enzima de la amilasa salival, que facilita el digerir alimentos ricos en almidón cuando eran cazadores recolectores y la agricultura todavía no existía, lo que explicaría por qué en la actualidad nos gustan tanto las patatas, la pasta, el pan o los dulces, alimentos calóricos ricos de almidón.