Gracias a la ciencia sabemos cómo funciona el mundo, pero no podemos negar que, en ocasiones, de forma voluntaria o involuntaria, se han dado a conocer descubrimientos científicos que han sido, finalmente, un gran fiasco. Hay decenas y decenas de ejemplos de estos falsos descubrimientos científicos que han logrado superar las pruebas y controles y encontrar su impacto gracias a la publicación en revistas científicas.
Por ejemplo, gran parte del movimiento antivacunas nació a partir de la publicación de una serie de datos que asociaban las vacunas al autismo. Finalmente se demostró que eran totalmente falsos esos informes, del mismo modo que también se demostró la falsedad de aquellas presuntas investigaciones que hacían alusión a que existía alguna relación entre el clima y los procesos reumáticos, ideas que se transformaron en el mito de que el dolor de huesos anticipa una serie de cambios en el clima. Si así fuera, no harían falta meteorólogos: lo que harían falta son enfermos de reúma como hombre del tiempo.
Uno de los campos en los que se ha producido más errores científicos es en el mundo de la paleoantropología. En los años 80 se produjo en la provincia de Granada el descubrimiento de una serie de restos fósiles que en principio se atribuyeron a humanos, pero diversas publicaciones científicas atribuyeron finalmente los restos a unos caballos. El error científico provocó que muchas investigadores dieran por buena la explicación pero definitivamente se demostró que había sido un error y que aquellos restos pertenecían a seres humanos; y no sólo ero, sino que eran los más antiguos de toda Europa.