Hace tiempo que la inteligencia artificial (IA) abandonó el espectro ficticio en pro de incorporarse a nuestra vida cotidiana y, aunque todavía se encuentra una fase muy prematura, la IA está llamada a protagonizar una revolución equiparable a la que gobernó Internet. Sus aplicaciones son múltiples y esenciales en sectores como salud, la educación, las finanzas o el transporte, entre otros; ha adquirido tal importancia que la propia Unión Europea ha planteado sus propias Leyes de la Robótica.
Lo cierto es que la regulación de las cuestiones relativas a la Inteligencia Artificial se hace necesaria teniendo en cuenta el poder potencial de esta herramienta que no siempre se utiliza con fines benéficos.
Los peligros de la Inteligencia Artificial
La Inteligencia Artificial (IA) apela a la combinación de algoritmos planteados para crear máquinas con capacidades similares a las del ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta lejana y misteriosa, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas.
"Lo saben absolutamente todo de nosotros", denunciaba Pedrero. "Los software de Inteligencia Artificial son armas de control mental que están programadas para manipular nuestro comportamiento para mayor gloria económica de las grandes corporaciones de datos", acusaba. Y lo cierto es que ya existen pruebas tangibles del poder que ejercen este tipo de algoritmos sobre la conducta humana, hasta el punto de condicionar ideologías y suscitar "votos a favor de aquellos que utilizan esta arma a su favor".
Las máquinas propician sesgos y falta de neutralidad en tanto que analizan parámetros exentos de las valoraciones humanas que propician el razonamiento y la empatía. Cathy O'Neil denunciaba en Armas de destrucción matemática que el hecho de que los modelos matemáticos -opacos, no regulados e incontestables- rijan nuestra vida fomenta la desigualdad: si un estudiante pobre no puede obtener un préstamo porque un modelo de préstamo lo considera demasiado arriesgado (en virtud de su código postal), quedará excluido del tipo de educación que podría sacarlo de la pobreza, produciéndose una espiral viciosa.
Asimismo, existen otros peligros como la posibilidad de que las máquinas adquieran un poder incontrolable para el ser humano o, en términos más terrenales, que las máquinas adquieran la verdad absoluta frente a la ignorancia generalizada.
La verdad prohibida
Miguel Pedrero denuncia los peligros y reflexiona sobre el devenir de la Inteligencia Artificial a través de La verdad prohibida, el libro que "muestra que verdades aparentemente inamovibles no son tales".
"Mediante el control y la manipulación de organismos internacionales, instituciones académicas y medios de comunicación, los auténticos amos del mundo –los que manejan el sistema capitalista– han creado una entelequia para que no descubramos la auténtica realidad en campos tan diversos como los de la política, el espionaje, la ciencia, la economía, la historia o la tecnología de vanguardia", expone.
