Conocemos algunas de la profecías que sacan a relucir el cariz más fanático de los líderes judíos. En el centro de todas estas creencias está la ciudad de Jerusalén, que es santa para las tres grandes religiones: el islam, el cristianismo y el judaísmo. En la primera de ellas su mesías Mahoma ya encarnó en la Tierra, mientras que en el cristianismo puede decirse lo mismo de Jesús. Sin embargo, el mesías no ha llegado aún para el judaísmo.
Para que el enviado de los judíos venga a la Tierra, las profecías hebraicas señalan que tienen que producirse una serie de hechos que sería necesario que se cumplieran para que esa llegada se produjera: que la explanada de las mezquitas pase a ser posesión de Israel y que se construya el Tercer Templo de Jerusalén. La creencia en esos mitos ha estado muy arraigada en algunos presidentes israelíes y es controlada por grupos hebreos fundamentalistas. A ellos perteneció el expresidente Ariel Sharon, cuyo mandato dio origen a las actuales disputas e intifadas, especialmente tras ser el responsable directo de pasearse por la explanada de las mezquitas –el acto fue considerado una provocación– instantes después de colocar la primera pieza del Tercer Templo.
El conocido Muro de Jerusalén no es sino una parte del lateral del que fue el primer templo. En sus sótanos se esconden una serie de túneles que fueron visitados por nuestro colaborador Miguel Pedrero, a quien le enseñaron una maqueta que se encontraba allí mismo de lo que iba a ser el Tercer Templo.
Estas y otras creencias similares son "custodiadas" por el llamado Instituto del Templo, una organización ultraortodoxa que siguen algunos de los más importantes cargos de Israel. Se trata de una historia compleja y extraña que nos cuenta en Miguel Pedrero en esta nueva edición del círculo.
