Richard Sorge es un ejemplode los espías que viven y mueren en la clandestinidad. Su trabajo fue impresionante como infiltrado, aunque sus jefes no se lo reconocieron en vida. Acaba de salir el libro 'Un espía impecable, Richard Sorge, el maestro de espías al servicio de Stalin', de Owen Matthews y en él se refleja cómo alguien de vida desordenada es perfecto para el espionaje.
Durante la Segunda Guerra Mundial le enviaron a Tokio para que informara a Stalin sobre la posibilidad de un ataque japonés contra la Unión Soviética. Haciéndose pasar por incondicional de Hitler consiguió la información que anhelana. Incluso envió a Moscú la fecha del inicio de la Operación Barbarroja, como llamaba Hitler a la invasión de la URSS.