A comienzos del siglo XX, una acomodada familia leonesa afincada en Rayán (Asturias), sufrió uno de los episodios de poltergeist más famosos de la historia de España. Entonces, en la localidad vivía menos de medio centenar de personas, todos ellos vinculados de una u otra manera a las explotaciones mineras de la zona. El trabajo en la minería lo compaginaban con las duras labores del campo, pues todos los recursos eran pocos para salir adelante en unos tiempos tan difíciles.
En este contexto comenzaron un buen día los extraños fenómenos en la casa de la familia Bayón, en lo que puede calificarse como uno de los más violentos y espectaculares poltergeist jamás acontecido en España. Aún hoy, a pesar del tiempo transcurrido, todos los descendientes de esta familia recuerdan con meridiana claridad aquellos hechos que marcaron para siempre a sus ancestros.
En el año 1915, Concepción dio a luz a su decimotercer vástago, lo que no fue impedimento para que pocos días después volviera a las duras tareas del campo y del hogar. Cuando el sol se ocultaba, la pobre mujer caía rendida en la cama, pero constantemente era desvelada por sus hijos pequeños, que reclamaban atenciones. Una noche, los lloros de su retoño Juan sacaron a Concepción de los brazos de Morfeo. Cuando se acercó hasta la habitación del niño, quedó paralizada de terror ante una escena que jamás olvidaría: la cuna se movía, como si estuviera mecida por una mano invisible.
Los descendientes de los Bayón a los que hemos tenido la oportunidad de entrevistar coinciden en que ese hecho se convirtió en el detonante de lo que sucedería en los días siguientes.
Noche sí, noche no, la cuna del pequeño se balanceaba sola en plena madrugada. Eusebio, el marido de Concepción, desesperado ante un fenómeno que no comprendía y temeroso de que a su bebé pudiera ocurrirle alguna desgracia, decidió contarles a los vecinos de Rayán el motivo de sus desvelos.
Juan Alonso, hombre serio y de gran fortaleza física, se prestó a pasar una noche junto a la cuna del niño y, si fuese necesario, frenar con sus brazos el movimiento de la misma. Cuando el fenómeno comenzó, Juan Alonso agarró fuertemente la cuna, pero ésta lo desplazó con gran violencia de un lado a otro de la estancia.
Los fenómenos prosiguieron durante varios años más, tal y como nos cuenta aquí Laura Falcó Lara.