Una semana más volvemos a charlar con Laura Falcó Lara de castillos encantados en España. Uno de esos castillos es el de Sigüenza, convertido en un Parador, una de las localidades más hermosas de nuestro país y en donde ocurren muchas hechos extraños.
Uno de ellos fue relatado de este modo por los protagonistas: "Reservamos por teléfono una habitación doble en el Parador y al llegar no tenían nuestra reserva, nos ofrecieron por unos 10 euros más la habitación de la torre. Aceptamos. Nuestra sorpresa al ver la habitación fue que era totalmente medieval. En la mesilla había un escrito sobre el fantasma que allí habitaba. La hija de un rey que fue encerrada en la torre y vagaba durante siglos. Nuestra estancia era de fin de semana. Todo maravilloso, el castillo muy bien conservado, lo único el ruido de la habitación de arriba. Se escuchaba los pasos, la puerta, correr muebles. Al principio pensamos que era algún grupo de visita, pero al escuchar correr los muebles pensamos que eran los empleados del Parador. Cuando fuimos a pagar la cuenta el domingo por la mañana y nos preguntaron qué tal la estancia desde el viernes, comentamos que todo maravilloso, el pueblo, la comida en fin todo menos el ruido que se escuchaba en la habitación de arriba durante toda la noche. ¿Habitación de arriba? Si encima de la habitación de la Torre no hay nada. Nos quedamos de piedra".
En otro de los relatos, la testigo dice lo siguiente: "Ya en la habitación y después de dormirse mi marido, se quedé viendo un poco la tele. Echaban una pelicula de miedo, que ya había visto un par de veces, pero allí en el castillo, tomaban otro cariz las escenas. Apagué la luz, sentí algo de frío, aunque era verano, pero me tapé con la sábana y la colcha, y noté como unas sombras negras se paseaban descaradamente sobre mí, pensé que esto era imposible, pues la habitación estaba completamente oscura y no entraba ni un ápice de luz. En fin, no le di demasiada importancia y pensé que eran los efectos secundarios de la película que acababa de ver. Al poco tiempo, noté un pellizco en la pierna y me dije: ¿a qué se me ha dormido?, suponiendo por el frío que notaba cada vez más. El siguiente pellizco que noté fue en la nalga y pensé que mi marido me estaba gastando una broma. Encendí la luz de la mesilla de noche y vi a mi marido dormido. Pero al apagar la luz, al poco tiempo volví a sentir un pellizco un poco más fuerte que los anteriores y comencé a frotarme las piernas para ver si entraba en calor. De repente una gran bola blanca y trasparente se acercaba y retrocedía muy deprisa, inmediatamente me tapé la cabeza con la ropa de cama y quedé ahí dentro como queriéndome proteger".