Guía definitiva del Mal de ojo es el título del libro que la periodista Begoña Beneito publicó el pasado junio no sin añadir un subtítulo muy revelador: "¿Y si las miradas mataran? Historia, conocimiento, amuletos, testimonios y sabiduría interior". En este texto, Beneito recoge desde una perspectiva renovada la historia del hechizo del mal de ojo, así como los mejores remedios para librarse de él, los amuletos más eficaces, las preguntas más frecuentes y los testimonios más conmovedores.
"El mar de ojo es un tema que ha estado muy cerca de mí por herencia cultural y todo ese bagaje ha hecho que pudiera tener mi opinión y exponer mi punto de vista en este libro", ha explicado la escritora.
El mal de ojo
Desde tiempos inmemorables el denominado mal de ojo ha perturbado a gran parte de la sociedad que, de un modo u otro, ideó diferentes sistemas para escapar de este peligro.
"El mal de ojo radica en esa mirada de esa persona que bien sea conscientemente o inconscientemente es capaz de causarte un fuerte impacto emocional ya sea movido por la envidia o por la admiración excesiva", explicaba la periodista. Y es que, según la tradición popular, el efecto de la envidia, o incluso de la "admiración excesiva", puede provocar, a través de la mirada, infortunios encadenados, mala suerte, desgracias e incluso enfermedad.
Beneito ha entrevistado a multitud de personas que, manifiesta, "dicen haber padecido este mal". Concretamente le llamó la atención el caso de María, una mujer sevillana que, después de asistir embarazada a un entierro donde además se desmayó, vivió una experiencia de lo más extraña.
Transcurridos siete meses del nacimiento de su niña, el bebé comenzó a llorar de una forma aterradora entre las siete de la tarde y las siete de la mañana. Sin saber muy bien qué hacer por su pequeña, la mujer acudió donde una curandera de etnia gitana que, sin un ápice de duda, le espetó: "¿Cómo se te ocurre ir a un entierro preñada?". A continuación procedió con la explicación: "En ese momento tu niña esta abierta y entran los espíritus a molestarla". Desde aquel día en el que, al parecer, la gitana desaojó a la niña, esta no volvió a llorar nunca más.
Este es tan solo un ejemplo, pero a lo largo de la historia se han sucedido multitud de casos de personas e incluso animales aojados. "Dice la tradición que los animales también padecen de mal de ojo sin tener conciencia de qué es eso, igual que los bebés", explicaba Beneito que en cualquier caso concluía: "El que haya escrito este libro no significa ni que yo esté a favor ni esté en contra del mal de ojo".