Fernando Rueda expone el caso de Greville Wynne y otros agentes dobles que se convirtieron en piezas cruciales de contrainteligencia durante la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos.
El espía inglés
Greville Wynne era un un ingeniero eléctrico que fue reclutado por el MI5 para convertirse en un espía al servicio de la inteligencia británica. Lo cierto es que situación demandaba profesionales como Wynne puesto que Estados Unidos y Rusia se hallaban inmersos en la denominada Guerra Fría que determinaría la hegemonía mundial.
El rol que desempeñaba el ingeniero se volvió determinante cuando la crisis de los misiles cubanos pareció inclinar la balanza a favor del país soviético. Entonces, Wyenne comenzó a trabajar para la CIA filtrando información sobre el plan que habían emprendido los rusos en una misión plagada de peligros.
Se erigió así en uno de los mejores agentes dobles de la historia, recordado por ser el hombre que transportaba, desde Moscú hasta tierra inglesa, la información robada que le entregaba el militar soviético Oleg Penkovsky.
La trepidante historia de este espía fue recogida en El espía inglés, una película del director británico Dominic Cooke que narra el relato histórico de Greville Wynne interpretado por el actor Benedict Cumberbatch.