Voy a leer el cierre de hoy sin preguntar a los oyentes a quién votaban.
Serrat cantaba que “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. No sería descabellado entonces afirmar que lo que es triste es la mentira, menos mal que si algo tiene la mentira es solución.
La mentira se combate con verdad aunque sea a destiempo. Siempre se dijo que la mentira tenía las patas muy cortas y yo añadiría: y los huevos muy grandes.
El cristal con que se mira, hace tiempo que lo llevaron a un punto limpio y lo hicieron añicos cuando lo tiraron al contenedor. Hay refranes que han hecho mucho daño al fin que pretendían defender a lo largo de la historia.
La verdad duele, pero la mentira mata. Estoy convencido de que el primer político que sea capaz de reconocer una mentira, o mejor, el que directamente evitase tener que enunciarla se ganaría las simpatías de los votantes propios y ajenos. El primero que no niegue la mayor, el que no tenga que hacer ejerciciospaladares para balbucear una explicación que no se cree ni el que diseñó el recibo de la luz.
Se coge antes a un mentiroso que a un flojo, por convertir otro refrán en una idea políticamente correcta.
Procuremos evitar mentir, que se nos nota, de verdad. Tener que rectificar no es de sabios, es de torpes.