En el programa de hoy, Alberto Aparici nos lleva a conocer cómo era nuestro planeta hace 3.600 millones de años. Si tenemos en cuenta que los dinosaurios son de hace 200 millones de años y los primeros animales, de hace 600 millones, "estamos en la prehistoria de la prehistoria, y por eso todo era tan diferente", explica. Hace 3.600 millones de años el cielo de la Tierra era naranja y los océanos eran de color verde. ¿Por qué?
Aparici explica que todo está relacionado con la falta de oxígeno en la atmósfera. En aquellos océanos ya había seres vivos, pero todavía no habían aparecido las bacterias productoras de oxígeno. La atmósfera estaba llena de metano, que reacciona con los rayos ultravioleta del Sol y formaba unas neblinas naranjas. El océano estaba lleno de hierro disuelto, y eso le daba un color verdoso. En cuanto apareció el oxígeno, el hierro se oxidó y cayó al fondo, y el metano se convirtió en CO2, que es transparente. El oxígeno es lo que hizo cambiar de color a la Tierra 1.000 millones de años después.
En aquel momento, sólo había una isla en todo el planeta. La Tierra era un planeta oceánico, y esa isla era el primer continente. Según un artículo publicado recientemente, las rocas del subsuelo son capaces de absorber agua, y en el subsuelo de la Tierra hay muchas rocas donde cabe mucha agua acumulada. Se cree que haya tanta agua en el suelo, empapada en las rocas, como en los propios océanos. Algunos científicos han descubierto que cuando la Tierra era joven el subsuelo quizá era una especie de esponja que no podía absorber tanta agua. Hoy en día ese agua parece que está debajo de los océanos, pero cuando la Tierra era joven tuvo que estar arriba, lo que significaría que los primeros océanos de la Tierra pudieron ser mucho más profundos, porque tenían mucha más agua que ahora.
De acuerdo con este estudio, el subsuelo de la Tierra ha cambiado con el tiempo debido a la temperatura. En sus primeros años, nuestro planeta estaba más caliente y ha ido perdiendo calor a medida que envejece. Lo que descubre este artículo es que las rocas calientes pueden absorber menos agua que las rocas frías. Así que, a medida que la Tierra se ha ido enfriando, el interior ha podido ir chupando más agua.