Durante décadas, a pesar del enorme desarrollo de la pediatría, existió un ángulo ciego muy importante en el tratamiento de bebés muy pequeños.
El pediatra indio Sunny Anand, profesor en la Escuela de Medicina de Stanford, midió algunas variables de estos niños cuando eran intervenidos quirúrgicamente, o simplemente cuando se les sacaba sangre. Descubrió que, en este tipo de situaciones, se disparaban sus pulsaciones y las hormonas relacionadas con el estrés, lo que refutaba el mito de que los bebés prematuros y neonatos no podían sentir dolor.
En los años 80 y 90 no sólo empezamos a aprender que estos niños también sienten dolor. Además, se empezó a sospechar que este dolor puede permanecer más tiempo en su sistema nervioso. E incluso causarles daño a medio y largo plazo.
Diferente lenguaje de los bebés prematuros
Pilar Sáenz, pediatra y neonatóloga en el Hospital La Fe de Valencia, explica que el cerebro de un prematuro es 30 veces menor que el de un adulto, por lo que era lógica la hipótesis médica que sostenía que esos bebés no podían sentir dolor.
Además, esta idea se sostenía porque "la reacción de los bebés a los estímulos no dolorosos es muy similar a la de los dolorosos", cuenta Sáenz sobre el diferente lenguaje de los bebés prematuros, a los que hay que prestar especial atención a sus constantes y cambios fisiológicos.
La reacción de los bebés a los estímulos no dolorosos es muy similar a la de los dolorosos
Actualmente, se está poniendo a la ciencia y tecnología al servicio de la medicina para desarrollar monitores que intentan determinar objetivamente ese dolor a través de la variabilidad de la frecuencia cardíaca o la sudoración de la piel.
La piel de la madre como atenuante del dolor
La medicina también ha demostrado que el estrés que sufren los bebés -a causa de pinchazos para extraerles sangre, por ejemplo- se puede disminuir si se encuentran en los brazos de su madre, al pecho o bien recogido.
Así, si se consigue tenerlo lo más confortable posible por medios no farmacológicos, el estímulo doloroso va a ser el mismo, pero la capacidad de adptación tras ese dolor es mucho mayor.
"Eso va a permitir que se recupere mucho más rápido y los estímulos bioquímicos derivados del dolor permanezcan en la sangre menor tiempo", sostiene la pediatra, quien asegura que el 'método canguro' implica un bienestar para el bebé.