Su madre acudía todas esas veces al colegio para intentar explicarles por qué Brad era diferente, aunque tenía las mismas habilidades de los demás niños. Él odiaba ir al colegio, siempre estaba asustado. era el friki de la clase, el que se quedaba en un rincón haciendo ruidos. Para Brad, ir cada día no tenía nada de divertido. Nunca pensó que pudiera tener éxito en la vida, hasta que un día el director del colegio le sacó al escenario después de un concierto para preguntarle sobre su enfermedad.
"¿Te gusta molestarnos con tus ruidos Brad?"; "no, señor", le contestó el niño, pero tengo el síndrome de Tourette, algo en mi cerebro que me obliga a hacerlos, son involuntarios y no tienen cura. Desde ese momento se ganó el respeto de todos. Y entendió que el resto del mundo sólo quería saber por qué era diferente. Y ahí se dio también cuenta del poder de la educación. Y apostó por llegar a ser el profesor que nunca tuvo.
Se graduó, fue a la universidad, y tuvo que pasar por 25 entrevistas de trabajo sin éxito hasta que en la última lo consiguió. Fue contratado como profesor de segundo grado en Atlanta, Georgia. Fue seleccionado para profesor del año en el estado. Eso fue un recordatorio sobre la perseverancia, nunca darse por vencido ni excusarse ante los retos o las dificultades que surjan en la vida. Durante 15 años, ha sido maestro, y ha creído en los alumnos en los que nadie lo ha hecho.