Jaheda explicaba así la situación a The New York Times, por una ofensiva que ha dejado según la ONU más de mil muertos a manos de los uniformados y de las milicias budistas, impunes en un país gobernado por la Nobel de la Paz Suu Kyi y los militares. Su discurso oficial habla de "legítima defensa contra terroristas extremistas". Los relatos de los supervivientes mencionan masacres a cuchillo, personas quemadas vivas, amputaciones, bebés lanzados a ríos y ataques desde el aire contra civiles desarmados. De ello dan fe los refugiados llegados a Bangladesh. Rama, es otra de las personas que se ha visto obligada a huir con lo puesto al mismo campo que Jaheda con su marido y sus dos hijos. A Nazimullah lo que le preocupa es la educación de los más pequeños.
Muchos niños además ocupan su tiempo ayudando a sus familias en los quehaceres diarios. Se preguntan cuánto tiempo tendrán que vivir en estas condiciones... Su deseo es volver a Birmania, donde los militares los masacran, en una ofensiva que la ONU califica como "limpieza étnica de libro".