Su trabajo servía de tapadera para imprimir panfletos, libros y reunirse los camaradas. Pero la policía arrestó a su marido y Marília huyó con sus hijos en busca de un futuro mejor. Cruzaron la frontera con Uruguay con un plan: llegar al aeropuerto de Montevideo para encontrarse con otros compañeros con los que había planeado secuestrar un avión y desviarlo a Cuba, donde pediría asilo al gobierno de Fidel Castro. Consiguieron subir al avión y cambiaron su destino. Pero tenían que aterrizar cada dos horas para llenar el depósito. La primera parada fue Argentina, después Chile, luego Perú, y Panamá, donde pese a los obstáculos y la tensión, consiguieron despegar. Y 4 días después, el 4 de enero de 1970, por fin llegaron a La Habana.
Marília consiguió establecerse en la capital, con sus hijos, y su marido se reunió después allí con ellos. En 1990 pudieron regresar a Brasil.
A sus 70 años, Marília sigue en Brasil y asegura eso, que si pasara por la misma situación, lo volvería a hacer.